Diosa Mané

Diosa Mané
Mané Castro Videla - Mujer Poeta y Artista Plástica Argentina - Española

jueves, 28 de junio de 2012

I FESTIVAL DE POESIA ARGENTINA


PRESENTE !!!
MANÉ

No me puedo imaginar, No mi amado


No me puedo imaginar, No, mi amado.
No, en estos instantes
donde solo Soy
la respuesta abierta a tus palabras.
Donde quedo atravesada
en la más honda profundidad azulada
donde me re creo y Soy.
Soy la eterna encendida del gozo de Mujer,
de todos los tiempos que mi alma ha recorrido
donde uno es, esencia, por eso, es
y Soy… la que me habita.
No, no puedo, mi amado
No, no me lo pidas
No me limites en la palabra
No acallare jamás su espíritu
N …  ni quiero… ni deseo… ni pienso…
apagar la luz de tus claros ojos sosteniendo
el águila en el puño de la mano
en la cima más alta del Amor y la Verdad
No, no quiero morir ni que mueras

quiero seguir siendo y trascendiendo
más allá de la puerta abierta
del latir  palpitante del corazón de tu mirada
Mané Castro Videla





domingo, 24 de junio de 2012

El Grito de Alcorta

Se conoce como Grito de Alcorta a la rebelión agraria de pequeños y medianos arrendatarios rurales que sacudió el sur de la provincia argentina de Santa Fe y se extendió por toda la región pampeana, con centro en la ciudad de Alcorta, y que marcó la irrupción de los chacareros en la política nacional del siglo XX, dando origen además a su organización gremial representativa, la [[Federación Agraria Argentina ]].

Contexto histórico y social

Con el desarrollo del ferrocarril a través de la Generación del '80 (1880), se empezó a sembrar trigo, el excedente del cual era exportado a Europa. Para poblar el país se implementó una política activa de inmigración, trayendo muchos inmigrantes que huían de la pobreza europea para poblar las Pampas. La cultura trabajadora del inmigrante europeo hizo que la tierra produjera mucho más, convirtiendo a la Argentina en el Granero del Mundo. Al seguir la propiedad de la tierra en manos de pocos, se profundizó la brecha ecónomica entre los terratenientes, similar a la de las clases altas europeas, y los inmigrantes que trabajaban las tierras.
La estructura social del campo en el momento en que se desata la rebelión, estaba integrada por terratenientes, arrendatarios y subarrendatarios. Estos últimos se encontraban sometidos a los terratenientes a través de contratos que establecían, entre otras cosas, rentas impagables y la obligación de comprar herramientas e insumos a quien el terrateniente mandare, e imponían al colono las responsabilidades de una mala cosecha. Se llegó a un punto en que, por más que el colono trabajara de sol a sol y por buena que fuera la cosecha, al final de ésta no le quedaba ni lo más elemental para subsistir. El estudio de Juan Bialet Massé sobre "La condición de las clases trabajadoras", de 1901, es una radiografía clara del tratamiento infrahumano que recibían los colonos.
El proceso que desembocó en el Grito de Alcorta fue muy complejo, la mayoría de los arrendatarios y medieros eran extranjeros (en algunas zonas llegaban al 80%), y en el campo primaba el individualismo y la desconfianza, lo que dificultaba la organización gremial. A su vez la Ley de Residencia, que permitía la deportación de extranjeros, causaba mucho temor. A pesar de esto, a principios de 1912 los chacareros organizaron sus primeras reuniones, ayudados por los sindicatos de estibadores y oficios varios, los Centros de Estudios Sociales dirigidos por los anarquistas y los braceros (“linyeras”), que tenían una gran tradición de lucha.
El detonante del Grito de Alcorta fue la formidable cosecha de 1912, al comprobar los chacareros que luego de pagar las deudas nada quedaba para ellos.
En 1912 los chacareros arrendatarios de la pampa húmeda en tanto víctimas de expoliaciones por parte de los terratenientes y movidos por la prédica anarquista y socialista iniciaron una serie de manifestaciones, mitínes y huelgas en el sur santafesino, en el noroeste bonaerense, en el sur este de Córdoba y en la provincia de La Pampa. En todos los casos se trato de protestas por las malas condiciones de contratación que los vinculaban a los terratenientes.
El Grito... No es una Historia mas. Casi un siglo atras miles de brazos y corazones, personas de bien y de trabajo, dieron vida a una gesta inédita y revolucionaria que trascenderia y marcaria no solo las croni- cas argentinas, si no las de todo el mundo. Esta Gesta que nos engrandecio, no lo olvidemos, tuvo como base primera la lucha contra la injusticia y la desigualdad social. Un ejemplo que, sin lugar a dudas, llevaremos grabado para siempre. Conozcamos y seamos parte de los cimien- tos que darian vida al Grito de Libertad:

Hacia 1850, nuestro país se encontraba aún intentando organizarse: casi todo el territorio nacional se encontraba en manos aborígenes, los medios de transporte se reducían a vehículos de tracción a sangre, la organización nacional era sólo el sueño de muchos. En esos años, aparece un grupo de políticos e intelectuales, deseoso de dar esta situación por terminada: Alberdi, Sarmiento, Mitre, Avellaneda. Embebidos en las ideas liberales europeas, creían en el desafío de modernizar nuestro país y convertirlo en parte de la escena internacional. Como punto de partida, este desafío requería de tres acciones básicas: la organización democrática, que permitiría alcanzar una estabilidad política; la económica, con el fin de responder a las demandas del mercado internacional; y la social, para poner en marcha la producción. Sin embargo, había un ineludible paso previo: el crecimiento demográfico del país, que sólo podía lograrse a través de políticas inmigratorias. En consecuencia, ya en la Constitución Nacional, promulgada en 1853, esta necesidad era considerada: en su artículo 25 precisa el compromiso del gobierno de la Confederación Argentina de fomentar y facilitar la llegada de inmigrantes europeos que tuvieran como objetivo trabajar en este país.

Inmediatamente, comienzan a llegar inmigrantes de distintos países de Europa. No obstante, no se dicta legislación al respecto hasta 1876: bajo el gobierno de Nicolás Avellaneda se dicta la “Ley de inmigración y colonización”, que precisaba quiénes serían considerados inmigrantes, sus derechos y deberes y las formas que podía adoptar la colonización de las tierras.

A mediados del siglo XIX, comenzaron a realizarse campañas militares con la intención de anexar los territorios que se hallaban en manos de los aborígenes. Las más expansivas, efectuadas entre 1858 y 1869, permitieron la incorporación definitiva de 57.000 km2 al dominio provincial. Sin embargo, esos territorios fueron aceleradamente traspasados a manos privadas, transformándose inmediatamente en inmensos latifundios, generalmente dedicados a la ganadería extensiva (1) .
(1) En la zona norte de la provincia, por ejemplo, Mariano Cabal poseía más de 2.000.000 de hectáreas.

Es en este momento en el que el gobierno de la provincia de Santa Fe, decide realizar sus primeras acciones en pos de la colonización de su territorio. La primera colonia agrícola de la provincia, Esperanza, se funda en 1856, pero no es hasta la década de 1870 que la provincia comienza a poblarse. A partir de ese momento, se ponen en marcha dos sistemas de colonización, sobre todo en el centro de la provincia:
La colonización gubernamental, que consistía en la venta de tierras a los inmigrantes a precios muy bajos, que no tuvo grandes resultados, ya que las tierras fiscales eran escasas y poco aptas para el cultivo. Por su parte, la colonización oficial, estaba en manos de empresarios privados, pero organizada por el Estado: éste vendía las tierras a un precio conveniente a los empresarios, pero establecía la forma que adoptaría la colonización. Durante la década de 1880 Santa Fe logró un crecimiento espectacular. La “campaña al desierto”, llevada adelante por el Gral. Roca, terminó con la amenaza aborigen y expandió aún más las fronteras, se extendieron drásticamente las líneas ferroviarias y se redujeron los costos de navegación ultramarina. Colateralmente, estos cambios produjeron la triplicación del valor de la tierra y un cambio radical en la forma adoptada por la colonización. Esto es, la venta de tierras por parte de propietarios se tornó impensable, y las tierras fiscales estaban desapareciendo.
En el sur de la provincia, los departamentos General López y Constitución, comenzaron a practicar la agricultura recién a fines de esta década. Por lo tanto, sólo se implementaron allí los sistemas de colonización más tardíos. Para conformar las colonias privadas, el empresario compraba tierras, y las vendía luego de parcelar.
Estos empresarios eran beneficiados por el Estado, ya que se los eximía del pago de impuestos por tres años. La condición para ello era que las tierras no fueran arrendadas. Sin embargo, rara vez esta condición fue cumplida. A principios de la década de 1890 aparecen las colonias particulares. Las tierras eran arrendadas, parceladas, y subarrendadas a los colonos. Generalmente, este sistema era puesto en práctica por comerciantes de la zona, lo que derivó en una serie de cláusulas en los contratos que ataban al colono a la empresa.

En este sistema, que fue el más difundido a partir de 1895, el arriendo podía ser pagado en dinero o con un porcentaje de la cosecha, y en ambos casos el arrendatario debía hacerse cargo de todos los gastos. Asimismo, a partir de las obligaciones y restricciones que imponía al chacarero, se fue convirtiendo en obstáculo para la innovación tecnológica, además de provocar bajos niveles de vida, malas condiciones de asentamiento y escasa movilidad social para el trabajador de la tierra. En el período comprendido entre 1895 y 1914, las tierras volvieron a sufrir un importante incremento en su valor, que se tradujo en el costo de los arrendamientos: mientras que hasta 1895, oscilaba entre un 8% y un 15%, con contratos de alrededor de 6 años; en este período, no sólo aumentó a un 30% como mínimo, sino que, la duración de los contratos era de tres años como máximo, además de estar plagados de una serie de cláusulas que permitían al propietario desalojar al arrendatario cada vez que quisiera. Así, en el último tercio del siglo XIX, Santa Fe, que había sido uno de los estados menos desarrollados de la Confederación Argentina logra convertirse, en la segunda provincia argentina y en el primer productor de cereales del país. Obtuvo, también, una importante expansión comercial y la instalación de industrias dedicadas a la producción de insumos agrícolas.
Asimismo, la población de la provincia se cuadruplicó y la cantidad de colonias alcanzó las 350. Comienza a conformarse un nuevo grupo social, compuesto por inmigrantes agricultores dispuestos a trabajar la tierra, a lograr una mejor calidad de vida que la que podían esperar en Europa, cada uno con sus costumbres, con su lengua.
Alrededor de 1910, el sueño de muchos inmigrantes comenzaba a transformarse en pesadilla: para los agricultores arrendatarios del sur de Santa Fe no sólo se volvió impensable comprar tierras, sino que se encontraban sujetos a contratos desmedidos, que coartaban todas sus libertades, que los mantenían viviendo en la miseria, casi esperando todos los días ser desalojados de la chacra por motivos absurdos, sujetos completamente a las decisiones y caprichos de sus patrones.
Como corolario de esta situación, la langosta y la sequía hicieron que se perdiera la cosecha de 1911 y los arrendamientos alcanzaron su punto máximo en precio. Esta situación despertó a los arrendatarios, que sintieron la necesidad de gritar basta, que quisieron seguir soñando aquel sueño engendrado en la Europa natal. Vinieron a Argentina para cambiar su situación de miseria y pobreza, y por eso mismo, no estaban dispuestos a conformarse con lo que la realidad les ofrecía.

Creyeron que esta era una causa conjunta. Comenzaron a reunirse, sabían organizarse y lo hicieron aquí, en Argentina, en la pampa gringa, en Santa Fe.

Alcorta y Bigand compartían la colonia La Adela, administrada por la firma Genoud, Benvenuto, Martelli y Cía, que subarrendaba la tierra a doscientas once familias por el 34 % de la producción, trillado, embolsado en bolsas nuevas y puesto en estación, con contratos de un año de duración. Además, los arrendatarios estaban obligados a comprar y vender en el almacén de ramos generales de la empresa, trillar y desgranar con sus máquinas y hacer todos los seguros con ellos.
En los primeros años del siglo XX, este tipo de contratos era moneda corriente en la región cerealera. Algunos con cláusulas más absurdas que otros, algunos por mayor porcentaje que otros –en Firmat alcanzaban hasta el 54% de la producción-, pero indefectiblemente, todos legalizaban, de algún modo, el abuso y la explotación de los arrendatarios.
“Los arrendatarios no tenían la menor seguridad en su trabajo, en cualquier momento podían ser desalojados del campo en que trabajaban y despojados de sus máquinas y útiles de labranza. Cualquier mejora que introdujera en la chacra quedaba a beneficio del patrón.” (diario "El Zonda-Suplemento historia")
Frente a la pérdida de la cosecha de 1911, y la certeza de que una excelente cosecha en el próximo año no sería suficiente para recuperar el desastre, los colonos de Firmat y algunos comerciantes de campaña comienzan a reunirse para pensar posibles salidas a su situación.
En estas reuniones comprenden que la salida sólo puede ser conjunta, que debían unirse para reclamar a sus patrones, y que la conformación de una liga agraria los ayudaría a organizarse. Conforman, así, la Sociedad Cosmopolita de Agricultores de Firmat, primera liga agraria de la provincia, que agrupaba a los chacareros de la zona.
En marzo de 1912 escriben un manifiesto en el que alentaban a los colonos a unirse a la protesta y en una reunión a la que asiste Francisco Bulzani, arrendatario de la colonia La Adela, éste se hace cargo de distribuirlos en Alcorta, Bigand y Bombal.

Manifiesto que comenzó a circular en el sur de la provincia a fines de 1911, principios de 1912, elaborado por la Sociedad Cosmopolita de Firmat. Francisco Bulzani, que asistía a las reuniones de esta entidad, tomó el manifiesto para distribuirlo en Alcorta, Bigand y Bombal . (Fuente: Cecchi, A.: "Tras la huella socialista en Firmat")
Francisco Bulzani, se convierte en voz de los pesares de los chacareros, organizando, hablando, demostrándoles que era necesario hacer algo para cambiar la situación en la que se encontraban. Y poco a poco, fueron sumándose: Francisco Perugini, Francisco Gilarducci, Francisco Menna, Nazareno Lucantoni… El Padre José Netri, el comerciante Ángel Bujarrabal.

Pronto decidieron realizar una reunión en la casa del comerciante, quien les explicó que la única manera posible de cambiar la situación en que se encontraban era iniciar una huelga. Además, lea ofreció apoyo económico y ofreció su almacén como centro de reuniones. Decía José Gilarducci, uno de los principales organizadores de la huelga:
“Con seis o siete compañeros, los colonos Damián Arfinetti, Francisco Bulzani, Domingo Biagotti, Nazareno Lucantoni y Francisco Menna, a quien posteriormente asesinó la policía durante una reunión agraria en Firmat, solíamos reunirnos en un sótano de la casa del comerciante Bujarrabal. “Era un buen mayorista don Ángel Bujarrabal” —recuerda Gilarducci-, “porque él fue quien principalmente nos aconsejaba de que hiciéramos la huelga y peticionáramos lo que nos correspondía: la rebaja de la tierra. “Al principio teníamos miedo porque la policía nos amenazaba y nos encarcelaba por perturbadores del orden, por eso en la casa de ramos generales, en el sótano entre comestibles, artículos de labranza y cajonería, nos reuníamos y discutíamos la huelga.”
(citado en: diario "DEMOCRACIA", 27 de junio de 1954)

Poco a poco, las reuniones comenzaron a multiplicarse: en el almacén, en la chacra de Bulzani, en la parroquia o donde fuera, corridos por los patrones o la policía, los chacareros sabían que la huelga sería un hecho. En Alcorta, en Bigand, en Bombal, en Máximo Paz, sabían que todos trabajaban por lo mismo. Recorrían las chacras, repartían los manifiestos, hablaban, explicaban que la fuerza de todos podía lograr que cambiara la situación en que se encontraban.
El 15 de junio de 1912, los chacareros de la zona se reunieron en asamblea en la plaza de Bigand, en la que Luis Fontana, dependiente de un almacén de campaña del señor Víctor Bigand, sugirió elevar un petitorio a los propietarios para modificar los contratos de arrendamiento, dándoles un plazo de quince días para la contestación.
El 17 de junio los chacareros de Alcorta se reunieron en el edificio de la Sociedad Italia de Socorro Mutuo e Instrucción, bajo la presidencia de Francisco Bulzani, y decidieron invitar a los propietarios a una asamblea pública el día 25 de junio para tratar los contratos de arrendamiento.

En Alcorta y Máximo Paz los párrocos eran José y Pascual Netri, hermanos que apoyaron incondicionalmente a los chacareros, participaron de sus reuniones, los escucharon, los confortaron y les ofrecieron el asesoramiento legal de su hermano, el Dr. Francisco Netri. El 18 de junio, Francisco Bulzani y el Padre José Netri visitan al abogado en Rosario para pedirle redactara un modelo de contrato especificando las reformas que los chacareros creían necesarias. El Dr. Netri no sólo aceptó el pedido, sino que se comprometió a asistir a la asamblea del 25.
En los días siguientes, las reuniones se intensificaron, el Padre José Netri invitaba a los chacareros a la asamblea desde el púlpito de la parroquia, Bujarrabal los ayudaba a organizar y María Robotti, esposa de Francisco Bulzani, los alentaba a declarar la huelga.

Más de dos mil agricultores de Alcorta, Bigand, Bombal, Carreras, Firmat y San Urbano (Melincué) asistieron a la asamblea en el local de la Sociedad Italia de Socorro Mutuo e Instrucción el 25 de junio de 1912. Además de los colonos presentes, las delegaciones de las localidades vecinas acercaron petitorios firmados por dos mil colonos más. "El aspecto era imponente, pues aquella gran masa de hombres acostumbrados a empuñar el arado, convertida en asamblea deliberante, causaba una impresión casi exótica y semejante en algo a la que producen en el ánimo del observador los grandes concursos populares en que se debaten cuestiones ideológicas, de índole política o doctrinaria, en pro del resurgimiento de las colectividades concientes de sus derechos" (3)
(3) “La Capital”, 26 de junio de 1912.

El Dr. Francisco Netri, en compañía de algunos periodistas, Francisco Bulzani, Francisco Caporalini, Hermenegildo Gasparini, Nazareno Lucantoni y otros colonos, se reúnen a almorzar en el Hotel Colón, propiedad de Juan Ardizio, para hablar acerca de la asamblea que se realizaría luego.

Se inicia la asamblea en el edificio de la Sociedad Italia de Socorro Mutuo e Instrucción bajo la presidencia de Francisco Bulzani. Toma la palabra el joven de Bigand, Luis Fontana, y a continuación el Dr. Francisco Netri. Se discute el modelo de contrato que él había confeccionado: Se pagará por arrendamiento el 25% del bruto de la cosecha, en parva y troja. Los señores propietarios cederán gratuitamente 6% de la tierra arrendada con destino a potrero o pastoreo. El colono pasará aviso a los señores propietarios cinco días antes de trillar o desgranar, quienes tendrán ocho días de plazo para retirar la parte que les corresponde por arrendamiento. Pasados los ocho días, el colono podrá disponer de la parte que le corresponda. El colono se obliga a destruir malezas y conservar en buen estado los edificios con alambrado, etc., de que se haga entrega, salvo el deterioro por el uso. En caso de ser invadida por la langosta, se compromete a combatirla. La falta de cumplimiento de cualquiera de estas cláusulas por una de las partes, autoriza a la otra a pedir su rescisión, haciéndola responsable de los daños y perjuicios. La duración de los contratos no podrá ser menor de tres años. (4) (4) Fuente: La Capital, 27/06/1912

Este modelo de contrato se aprueba por unanimidad y además se aprueba la declaración de huelga general propuesta por Francisco Bulzani:
“No hemos podido pagar nuestras deudas y el comercio, salvo algunas honrosas excepciones, nos niega la libreta. Seguimos ilusionados con una buena cosecha y ella ha llegado, pero continuamos en la miseria. Apenas si nos alcanza el dinero para pagarle al almacenero que nos viene surtiendo todo el año. Esto no puede continuar así. Debemos ponerle fin a tan triste como temeraria situación, caso contrario se producirá el éxodo campesino que debemos evitar a cualquier precio. Los propietarios se encuentran reacios a considerar nuestras reclamaciones y demandas. (…) Pero si hoy sonríen por nuestra protesta, puede que mañana se pongan serios cuando comprendan que la huelga es una realidad…”(5)
(5) En: Grela, P.: “El grito de Alcorta. Historia de la rebelión campesina de 1912.” Ed. Tierra Nuestra, 2º ed. 1997. Pág. 60.

Aunque la declaración formal de huelga se realizara el 25 de junio, ya hacía días que los colonos de la zona habían abandonado los trabajos, y en menos de dos semanas habían declarado formalmente la huelga más de cien mil agricultores de Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y La Pampa.


Las formas se repetían hasta el cansancio: asamblea de chacareros, declaración de huelga, designación de comisión, nueva asamblea para constituir una liga agraria… Los colonos organizadores recorrían las localidades, ayudaban, apoyaban, junto al Dr. Netri. Y pronto comenzaron a trabajar para conformar una asociación gremial agrícola, que los representara, que los defendiera de los abusos de los patrones, que los uniera.
Los medios gráficos de todo el país empiezan a hacerse eco de la protesta. Todos acordaban en que el silencio y falta de respuestas (6) por parte de los propietarios conduciría al país a una crisis total, ya que, en una especie de efecto dominó, al no sembrarse el lino o el trigo, sobrevendría una crisis comercial, seguida de una desvalorización de la propiedad rural y, finalmente, la restricción del crédito y credibilidad en el exterior.
(6) Hubo excepciones: Camilo y Juan Cucco aceptaron las condiciones de los colonos el 27 de junio, y Víctor Bigand, el 3 de julio.

Sin embargo, en la medida en que fueron pasando los días y los colonos no cambiaban su actitud, los propietarios y subarrendadores comenzaron a preocuparse. Comienza a escucharse su voz en la prensa, acusando a los colonos de avaros, pretenciosos, ineptos, holgazanes… Organizaron una reunión en la Sociedad Rural de Rosario, en la que conformaron una comisión para que se ocupara de la resolución del conflicto.
El 30 de junio se realizó una nueva asamblea en Bigand. Asistieron más de 2.500 colonos de varias localidades, entre ellas, Firmat, Bahía Blanca, La Plata, y quienes estaban conformando la Unión Agrícola de la Provincia de Buenos Aires. Allí, muchos colonos comunicaron que habían recibido a los patrones en sus chacras, intentando convencerlos de volver al trabajo con amenazas de desalojo.

A la vez, comenzaron a aparecer todo tipo de declaraciones en los medios gráficos. Decía a “La Capital” un propietario de Bigand:
“A los propietarios –agregó nuestro declarante- lo que nos resiente y lo que no podemos tolerar es que el labriego se nos imponga en forma violenta «porque sí» y quiera obligarnos a hacer en provecho de aquello que él quiere, no lo que estemos dispuestos a cederle nosotros.” (7)
(7) En: “La Capital”, 6 de julio de 1912
En la medida en que el conflicto se extendía, las autoridades comenzaron a preocuparse. El Dr. Menchaca, gobernador de la provincia de Santa Fe, decide nombrar una comisión, formada por el vice gobernador Ricardo Caballero, el intendente de Rosario Daniel Infante y un estanciero, Toribio Sánchez, para investigar el conflicto.

Se reunieron con colonos y propietarios, escucharon todas las voces, y elevaron al gobernador un informe en el que se manifiesta claramente a favor de los colonos, haciendo responsables de la crisis agraria a propietarios y empresas subarrendadoras.

Asimismo, sugieren las características que consideran deberían tener los contratos y expresan claramente su postura frente al conflicto:
“Pero, donde a juicio de esta comisión se halla la solución definitiva para todas las cuestiones de esta índole, es en la reforma de toda la legislación, común o constitucional, que se oponga al establecimiento de la siguiente facultad, que consideramos de derecho pleno de todo labrador, en todas las partes del mundo:
El jefe de familia, de oficio labrador, que no tenga tierra propia y la desee para labrarla por sí y por los suyos, tiene derecho a que se expropie para él en el paraje que él designe, siempre que se trate del perímetro de una propiedad mayor de mil hectáreas y no cultivada por el dueño, una fracción no mayor de veinte y cinco hectáreas por el precio asignado para la contribución directa y un cincuenta por ciento más, la mitad del cual se reputa tolerancia en la avaluación para el impuesto, y la otra mitad precio de afección y compensación del trabajo a emplear y el tiempo a perder en el nuevo empleo de los capitales, que habrá de hacer el propietario expropiado.”
“La Capital”, 23 de julio de 1912.
A pesar de la claridad del informe de la comisión, el gobierno provincial no tomó cartas en el asunto: su única acción fue ofrecer a los agricultores tierras del norte de la provincia con un costo de arrendamiento más bajo.

En la medida que pasaban los días y los tiempos de roturación de la tierra se agotaban, el Ministro de Agricultura de la nación, Mugica, se decide a investigar la situación, enviando al Director de la División de Ganadería y Agricultura, Sr. Emilio Lahítte a la región en conflicto. Luego de una gira hecha por la provincia de Santa Fe y de varias reuniones con los miembros de la Sociedad Rural de Rosario, el Sr. Lahítte informó:
“(…) todo cuanto se refiere a cumplimiento, reconsideración y modificación de contratos preexistentes, puede y debe ser resuelto por los mismos contratantes, porque no hay poder alguno que pueda sobreponerse a lo que las partes han acordado “legalmente” y pueden modificar por la voluntad de ambos.(…)
Los arrendatarios y aparceros han conformado una colectividad incidental para un fin único, la rebaja de arrendamiento, o la parte de utilidad que corresponde al capital inmobiliario de la explotación agrícola; (…) Lo más práctico, a mi entender, sería que las partes acordaran la constitución de una “junta arbitral”, compuesta de personas elegidas por cada una y autorizadas para entender y resolver sumariamente en cada uno de los contratos comprometiéndose unos y otros a aceptar la resolución de la junta.”
“La Prensa”, 17 de julio de 1912.
Mientras tanto, el conflicto se acrecentaba. A pesar de que en las publicaciones periódicas hablaban de la calma con que los chacareros manejaban el conflicto, la policía los asediaba permanentemente. Atendiendo a los intereses de los patrones, persiguieron, encarcelaron y reprimieron a los huelguistas.
Durante el tiempo que duró el conflicto, fueron detenidos colonos de Firmat, Santa Teresa, Villa Constitución, Alcorta, Los Molinos, San Vicente, Marcos Juárez, Carmen, Arteaga y Venado Tuerto. Además, fueron apresados el señor Basualdo, director del diario “Eco del Sur” de Venado Tuerto, el Pbro. José Netri de Alcorta y el Pbro. Ángel Grotti de Arteaga, cuyo único delito fue apoyar el movimiento de agricultores.

Mientras el movimiento se extendía, empezó a surgir, cada vez con mayor fuerza, la necesidad de conformar una entidad capaz de agrupar, representar y defender a los agricultores.
El Dr. Netri, como asesor letrado de los colonos, organizó una asamblea general con los delegados de todas las localidades y la comisión veedora del gobierno de Santa Fe, con el fin de fundar una institución para luchar por los derechos de los agricultores.

El 1° de agosto, en la asamblea, los agricultores conforman la Federación Agraria Argentina, cuya finalidad principal sería:
“(…) conseguir por todos los medios lícitos la mejora de la situación de los trabajadores del campo, solidarizando sus esfuerzos, a fin de que las energías de todos, defiendan los derechos de cada uno.”
Palabras del Dr. Netri. En “La Prensa”, 6 de agosto de 1912.

El 15 de agosto, en una nueva asamblea, se aprueban los estatutos para la Federación Agraria Argentina redactados por algunos de los agricultores, y Antonio Noguera es designado presidente del Comité central. El Dr. Francisco Netri ocupa el lugar de asesor letrado. De Alcorta participan del Comité Central Francisco Bulzani, como Primer Vocal Titular, y Francisco Perugini, como Prosecretario

En el número 1 del Boletín Oficial de la Federación Agraria Argentina, dice el Dr. Netri:
“El grito de rebelión proclamado en Alcorta el 25 de junio ppdo., está por cerrar una página de las más hermosas del histórico movimiento. La huelga agraria que ha tenido la virtud de levantar a más de cien mil colonos en Santa Fe, primero, y sucesivamente en Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y territorio de La Pampa, puede decirse que está terminada después de tres meses de sacrificios, heroicamente soportados por los cultivadores de la tierra.”
En Grela, P.: “El grito de Alcorta. Historia de la rebelión campesina de 1912”; Ed. Tierra nuestra, 2ª edición, 1997. pág. 67.
Sobre fines de septiembre de 1912, todos los agricultores habían vuelto al trabajo. Habían obtenido ciertas mejoras: el 28 % de la cosecha, en parva y troja y como salga, el 6 % de la chacra para pastoreo, libertades para contratar máquinas, para comprar y para vender, contratos con una duración de tres años…
La pampa gringa comenzaba a retomar su tranquilidad, la tierra volvía a ser roturada, la solución parecía haber llegado. Sin embargo, en poco tiempo la alegría del triunfo comenzó a desvanecerse: no se dictó una ley de arrendamientos, y, por lo tanto, en poco más de un año, los contratos abusivos resurgieron en todos lados.
Los colonos volvieron a movilizarse, una y otra vez, ahora exigiendo la promulgación de esa ley, reclamando el amparo del Estado, pidiendo protección frente a la explotación.
Pero ahora unidos, agrupados, acompañados
“Si aún fracasando en sus solicitaciones actuales de mejoramiento, volvieran los colonos sobre el arado, ¿podría decirse que habrían perdido el éxito de la causa que proclaman? De ninguna manera. El hecho natural de paro, es una incidencia de la gran batalla del resurgimiento en que se ha empeñado el colono. Su principal triunfo consiste en haber demostrado que «posee y ejerce» su conciencia, por decirlo así, y que ha sido capaz de solidarizarse colectivamente, inspirado en manos ideales de lucha para el mejoramiento de la vida agraria nacional, tan injustamente olvidada por todos, a pesar de las continuas solicitaciones de la prensa.”
“La Capital”, 22 de agosto de 1912. -by:anto pratto

ARGENTINOS

DEBEMOS ESTAR TODOS UNIDOS






QUE NUESTRA PALABRA
JUSTA EMPUÑE

LAS VOCES DEL PUEBLO

EN LA SEMANA

DEL GRITO DE ALCORTA


MANÉ

AYER... HOY Y MAÑANA...

 PRESENTE !!!




sábado, 23 de junio de 2012

Si vas ....

Foto

Jiddu Krishnamurti - Optar

Entre dos soluciones, opta siempre por la mas generosa.
Jiddu Krishnamurti


Maestro...
Si Maestro cada vez
 que te leo y re leo
mis oidos
despliegan alas...!!!
Mané 

Mi repudio al atropello a la democracia


Mi repudio
 a  este atropello a la democracia!!!



Mané

“Reporte sobre Tráfico de Personas 2011“.

Buenos Aires - Así lo confirmó el Departamento de Estado norteamericano en un informe titulado “Reporte sobre Tráfico de Personas 2011“.
La investigación fue presentada por la titular del área, Hillary Clinton, quien ubicó a la Argentina en segundo lugar en cuanto al origen, tránsito y destino de las victimas de uno de los delitos más graves que padecen niños, hombres y mujeres jóvenes en la actualidad. El informe estudió la explotación sexual en 186 países y analizó cuáles son las medidas preventivas y las sanciones que aplica cada nación en función de este delito.
Con respecto al caso argentino, el Departamento de Estado de los Estados Unidos reconoce que el Gobierno nacional “realiza un esfuerzo para combatir el tráfico”. Además menciona que durante el año pasado se han rescatado un gran número de víctimas y se han acrecentado las condenas de los responsables de la trata de personas. Pero, a su vez, la investigación advierte que todavía no se cumple con los “estándares mínimos para lograr la erradicación de la problemática”.

La investigación afirma que la Argentina se encuentra en segundo lugar en cuanto a ““de origen, tránsito y destino de niños, mujeres y hombres utilizados para la trata sexual y el trabajo forzoso”. El informe destaca que “muchas de las víctimas de tráfico sexual provienen de zonas rurales o provincias del norte para ser explotadas en centros urbanos o provincias más ricas”. Además, “un número significativo de víctimas provienen de Paraguay, Bolivia, Perú y, en menor medida, de República Dominicana”.

Una de los puntos más importantes de esta investigación es el que refiere a la relación entre la Argentina y los altos niveles de trabajo forzoso para con los ciudadanos extranjeros, especialmente de países limítrofes, que son explotados a través de la venta callejera y la mendicidad. “Un número significativo de ciudadanos bolivianos, paraguayos y peruanos, así como argentinos de las zonas más pobres del país, son sometidos a trabajos forzados en talleres clandestinos, en la agricultura, y en el trabajo doméstico”, agrega el informe.

Sobre la trata de personas para su explotación sexual, la investigación ubica al país como “un punto de tránsito para mujeres y niñas extranjeras traficadas para su esclavitud sexual en Chile, Brasil, México y Europa Occidental”.

Además afirma que se han registrado un gran número casos de víctimas argentinas secuestradas y llevadas al exterior. La investigación del Departamento de Estado de los Estados Unidos reconoce que el Gobierno argentino ha realizado grandes esfuerzos para rescatar a las víctimas de la explotación sexual y laboral, pero todavía faltan sanciones severas para la penalización del cliente o consumidor.

Esta advertencia coincide con la visión de Joy Ngozi Ezeilo, miembro de Naciones Unidas para la erradicación de la trata de personas, quien visitó la Argentina en el 2011. La especialista afirmó por entonces que la legislación es todavía “deficiente” y además aseguro que el país se ha convertido en un lugar de destino para las víctimas de este delito, y para combatirlo es fundamental “atajar la corrupción y cooperar con los países de donde proceden buena parte de las víctimas, en especial Bolivia y Paraguay“.

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jueves, 21 de junio de 2012

... un punto de vista acerca de por qué muchas mujeres maltratadas se quedan con su maltratador ...

Si soy del amo, él me ama”
“¿Por qué muchas mujeres golpeadas se quedan con su maltratador?”, pregunta la autora de este trabajo y, en busca de respuestas, examina “una propuesta identificatoria que, para la mujer, prevalece en distintas culturas: la de la entrega amorosa: ‘Donde eres tú, yo no soy, ya que soy lo que hagas de mí’”.
Por Isabel Lucioni *
¿Por qué las mujeres golpeadas se quedan con su maltratador? ¿Por qué perdonan una y otra vez? ¿Por qué, finalmente, no pueden creer que los golpes o el control, los celos acosadores no provienen de otra cosa que del amor? Por más psicólogo que uno sea, por más que uno sepa lo que es un psicópata, no deja de preguntarse: ¿cómo pudo soportarlo? Las mujeres han sido criadas y creadas en la sumisión y en la creencia irredenta de la salvación por el amor. Vienen de siglos en que esto era literal: la posición social de una mujer era la que le otorgaba el padre y luego el marido: salvada por el amor conyugal, adquiría rango e identidad final. “Donde tú eres Cayo, yo soy Caya” era la fórmula matrimonial de los romanos. Variaron quizá las fórmulas de la sujeción identitaria, pero el sentido no. Y esta sujeción fue sancionada como amor conyugal, el amor de pareja.
El 3 de marzo de 2012, una joven fue arrojada por la ventana por su novio; afortunadamente sobrevivió, pero debió ser internada con múltiples fracturas. Alguna prima, indignada, testimonió sin embargo que la víctima, aunque había habido varios antecedentes de golpes, decía amarlo. Lo más sorprendente fueron las declaraciones de la mamá: contó que ella había intentado varias veces que ella hiciera la denuncia, la había acompañado pero... la hija lo amaba y, bueno, la madre respetaba los sentimientos de su hija, respetaba el amor y, si ella lo ama... Los golpes, las sevicias, los ataques, sí, pero muchos no dejan de priorizar el santificado amor, el amor “que todo lo da”.
Amor, amor por sobre todo, Eros eterno: pero se olvidan de que, tan eterno como Eros y con la misma condición primordial, convive Muerte o Destrucción. Dialéctica erótico-destructiva que enseñó Freud. Pero los siglos han instilado una gran confusión en muchas concepciones del amor como atribución-mandato a los sentimientos de la mujer: entrega y sacrificio. “Mientras él haga estragos contigo, es señal de que te necesita, es decir: te ama.” Entrega hasta la inmolación. Reyes y poderosos se llevaban a la tumba a sus concubinas, antecedente histórico de erotismo deletéreo: si tu amo está muerto, tú también. Aun delante de los ingleses, las viudas hindúes subían a la pira en la que se incineraba el cadáver de su marido. Dicen que con orgullo: el mandato constituyente de su subjetividad era la fuente de esa autoestima mortífera. En algunos grupos, las propias mujeres empujan a sus hijas a someterse a la ablación de labios genitales y clítoris, sacrificio de la carne ofrecido al esposo. La ONU se ha pronunciado contra esa práctica como un atentado esencial contra los derechos humanos. Sin embargo, ciertos profesionales universitarios la han considerado “asunto de diversidad cultural”, que hay que respetar. Hay una relatividad del relativismo cultural.
“Donde eres Cayo, yo soy Caya”; la fórmula tradicional ha llevado a las máximas expresiones de inequidad. “Donde eres tú, yo no soy”, o “Soy en tu amor hasta donde tú digas; por tu posesión de mí, yo soy.” Esta ha sido una propuesta identificatoria permanente en distintas culturas: para la mujer, entrega amorosa: “Donde eres tú, yo no soy, ya que soy lo que hagas de mí”.
Pasividad, entrega, sumisión fueron siempre virtudes consideradas femeninas. Cierto que la palabra “virtud” tiene en su raíz la virilidad, esa raíz que considera lo virtuoso como legítimamente masculino. Recordemos que el papa Juan Pablo II alabó a la madre Teresa de Calcuta como ejemplo del “genio femenino”: nada de papisas ni de cardenalas; el genio de la mujer es la entrega, el sacrificio. Nadie considera a Juana de Arco como ejemplo del “genio femenino”: ella no ayudó ni colaboró, sino que creó y lideró un poderoso movimiento de liberación nacional.
La entrega, el sacrificio y la renuncia de sí no se imponen explícitamente hoy en día, pero están escondidos en el amor conyugal. Así lo siente, en nuestro ejemplo, la madre de la chica arrojada por la ventana, y lo siente la propia víctima: “Dónde tú eres Cayo, yo soy Caya”; “Donde tú me quieras tener, yo soy, dejando de ser”. Distinto es por supuesto al amor maduro que tantísimas parejas constituyen como pares, tal como lo connota el propio término “pareja”. Amor entre iguales, de lo cual fueron ejemplos Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre, aunque no necesariamente haya que seguirlos en todas las características de su pacto.
Hay que revisar cómo se esconden esas atribuciones en el amor, aun hoy en día. La lucha por la libertad de la mujer y su igualdad de derechos con el hombre no está ganada por que existan algunas presidentas en América latina. Esto recién comienza: la pandemia de femicidios así lo muestra.
Muchas mujeres aún hoy piensan: “Si soy del amo, él me ama”; “Si quiere poseerme, él me ama”. No entra en sus cabezas que en el amor pueda estar la muerte.
Aun ante la evidente y manifiesta agresividad del marido, sienten que tienen que callar para no irritarlo más; en agresiones directas, en denostaciones verbales, siguen creyendo que algo mal hicieron ellas para exasperarlo, que se trata de tranquilizarlo y no de enfrentarlo, y no de defenderse. Todo esto requiere una lucha cultural por más cambios psicológicos. Lo ganado en el último siglo no está ganado.
Una analizanda, profesional universitaria y doctora en su carrera, funcionaba sólo como traductora del marido, en viajes de negocios comunes a la pareja. A ella le gustaba el rol de traductora, ignorante de las cuentas bancarias, y sólo firmaba los contratos que discutía y aprobaba el marido.
–Yo quiero que él sea el rey –me decía.
¿Por qué?
Para que la nombre su reina; ella quiere que él sea el rey ‘para que me nombre su reina’.
“Donde tú seas, advengo yo.”
Cenicienta y Blancanieves, princesitas decimonónicas, famosísimas por el merchandising de Walt Disney y cuya identificación en nuestras hijitas festejamos tanto cuando balbucean “prinsheshas”, son el modelo de la sumisión indefensa frente al mal: sólo con más sumisión y debilidad obtendrán, como premio, el advenimiento de un príncipe salvador cuyo amor les hará comer perdices para siempre. Tan aparentemente inocentes pueden ser las vías de la transmisión de modelos destructivos.
Ambas princesitas dicen que el lugar de la mujer será el que le procure un varón salvador. Por ser buenudas y pacientes, lograron el Amor.
Primer peldaño hacia la hoguera.
El mandato mortífero: “Dónde tú eres, yo no soy”.
La concepción del amor entre sexos que culmina con el amor romántico está en revisión hoy en día. El encastre de personalidades era antes más fácil, con la sumisión de la mujer. Hoy la aspiración al desarrollo psicológico y a la realización personal que tienen ambos sexos-género torna más difícil el acoplamiento psicológico. Oigo por ahí a algunos colegas inquietos porque, dicen, el hipercapitalismo posmoderno está destruyendo el amor. Es verdad: viene destruyendo la facilidad del acoplamiento, que siempre corrió a cuenta de la mujer. Es verdad que la libertad es para ambos sexos, que no tiene los límites que antes la encerraban y que, desde ambos, aspiraciones que son legítimas no hacen fácil la construcción de pareja.
Creo que el capitalismo y el hipercapitalismo efectivamente han producido un acrecimiento del individualismo, pero también de la individuación. Esta última es el resultado de la amplitud de ofertas identificatorias en las sociedades y de la complejidad de las operaciones inconscientes a realizar para elegir modelos, rasgos de los modelos, valores y proyectos. Estructurar estos datos, habiéndose aflojado el cemento de las pertenencias y deberes familiares, es ahora una tarea más delicada que cuando las significaciones sociales eran más estereotipadas.
El individualismo, en tanto omnipotencia y prescindencia de los otros, es la deformación de esta tarea individualizante. Se estigmatiza al capitalismo como “creador de soledades” y sólo de individualismos; creo que es injusto para con las oportunidades de un sistema que es muy malo, pero no peor que otros bien conocidos por la humanidad. Reconocer la hasta ahora insanable imperfección y lacras de las sociedades en la historia es parte de la sabiduría que debemos asumir. Reside en nuestra capacidad de conciencia superar los males y tornar estables los valores de libertad y logro personal, recuperando los límites debidos a la libertad de los otros. Los femicidios son la revancha de un machismo impotente, agresivo y desamparado ante la caída de los valores tradicionales que lo alimentaron y alentaron. No era mejor el amor antiguo, no era mejor el amor feudal, como no fueron mejores sus sociedades, aunque éstas, las nuestras, sean sin duda tan difíciles.
* Profesora titular en la Universidad Abierta Interamericana (UAI).

Subnotas


Observar-seeee es
Siempre la cuestión...

Es ésta una mirada no todasss tenemos , poseemos, creemos, pensamos en el amor en sentido de completud del Ser...
El otro no nos llena
no es parte que nos forma...
El otro es quien elijo
en cada día para compartir...
construir
un nuevo lenguaje
de a dos
juntos
separados

....

Se necesita solo
dos sinceras y honestas
voluntades...

tu y yo
los dos
y cada uno con todo lo que sí ES!!!

Mané

GOTHICdigital - POEMA - LAVANDAS - GOTHIC - POEM - LAVENDER (Translated...

miércoles, 20 de junio de 2012

Manuel Belgrano

Entre los muchos e interesantes sucesos que tuvieron lugar durante el virreinato de don Nicolás de Arredondo figuran el nacimiento de los primeros trillizos en el Río de la Plata, una complicada invasión de loros en Buenos Aires y la creación del Consulado, una especie de Secretaría de Comercio que debía encargarse de que los precios no se elevaran por las nubes y de que las transacciones comerciales fueran tan legales como lógicas.
A fines de 1793 el gobierno encomendó las responsabilidades del Consulado a un joven de 23 años, que acababa de recibirse de doctor en Leyes en España: Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano. Llegaba un poco enfermo, producto de una sífilis que contrajo en Madrid, y por ese motivo en más de una oportunidad tuvo que solicitar licencias y trasladarse a descansar a San Isidro o cruzar a Maldonado donde –es muy probable–, habrá caminado por las extensas playas de lo que es hoy Punta del Este.
Las medidas que tomó Belgrano favorecieron el comercio de Buenos Aires y es probable que a comienzos del siglo XIX, de haber existido las encuestas de opinión, hubiera obtenido altos porcentajes de imagen positiva. Sin dudas, el cargo le calzaba a la perfección. Sin embargo, las invasiones inglesas torcieron su destino. Belgrano fue nombrado capitán y participó al frente de sus hombres en la Defensa de 1807. Regresó luego a sus actividades de escritorio hasta que en 1810 participó activamente en la Semana de Mayo e integró el primer gobierno patrio. Sin perder tiempo, renunció a su sueldo como vocal de la Junta. Debió calzarse otra vez el uniforme y comandar una expedición para convencer (por las buenas o por la fuerza) a los vecinos paraguayos de que debían plegarse a la revolución porteña.
Aquella expedición fue un fracaso desde el punto de vista militar, lo que confirma que aún debía acumular experiencia en tácticas y estrategias. Sin embargo, los resultados definitivos fueron satisfactorios: Asunción no se sumó, pero tampoco presentó la oposición tenaz a la Junta porteña como lo hacía Montevideo. A partir de la aventura del Paraguay se ponía en marcha la cuenta regresiva: los últimos diez años, gloriosos, de su vida.
El gran episodio, el más célebre de su existencia, tendría lugar en Rosario, a orillas del río Paraná donde se encontraba alistando la defensa contra las incursiones navales de los realistas. Belgrano armó dos baterías que debían cañonear a cualquier barco enemigo que osara cruzar por allí. Por aquel tiempo, las Provincias Unidas del Río de la Plata aún no habían declarado su independencia de la Metrópoli. Por lo tanto, los dos bandos pertenecían al Reino de España y utilizaban las mismas insignias. En un acto de gran osadía para el momento político, Belgrano solicitó autorización para que la tropa utilizara una escarapela diferente a la de las tropas realistas. El Primer Triunvirato aprobó la solicitud y pocos días después, el 27 de febrero de 1812, se despachó con un nuevo comunicado dirigido al gobierno central, en el que informaba que había mandado enarbolar una bandera con los colores de la escarapela en la batería que bautizó “Independencia”.
Esta vez no consiguió la venia del Triunvirato. Al contrario, para el gobierno porteño, la creación de un emblema y la utilización de la palabra “Independencia” estaban muy lejos de ser aprobadas. Pero cuando la desautorización llegó a Rosario, junto con una bandera realista que enviaban para reemplazar a la celeste y blanca, Belgrano se hallaba en camino a Jujuy, donde se haría cargo del Ejército del Norte.
Llegó el tiempo del célebre y sacrificado Éxodo Jujeño, la histórica marcha defensiva y la posterior decisión de presentar batalla en las afueras de Tucumán, cuando los propios tucumanos apoyaron al comandante Belgrano para que no retrocediera un paso más. El 24 de septiembre de 1812 a las ocho de la mañana, minutos antes de que 1.800 patriotas se enfrentaran a 3.000 realistas, Belgrano montaba su caballo de pelaje rosillo. Con tanta mala suerte, que al sonar el estampido del primer cañonazo, el manso caballo se asustó y el general fue a parar al piso. Los soldados que observaron la escena, paisanos muy supersticiosos, sintieron que era un mal presagio.
Sin embargo, la fortuna estuvo del lado de los patriotas. Fue entonces que Belgrano alcanzó el mayor índice de popularidad de su vida y confirmó su estrella cuando repitió el triunfo en Salta, el 20 de febrero de 1813. Como reconocimiento por esta victoria se le concedió un premio de 4.000 pesos en terrenos fiscales que les hubiera permitido a él y a sus descendientes vivir sin mayores apremios económicos. Pero Belgrano pidió a cambio que se dotaran cuatro escuelas en Jujuy, Santiago del Estero, Tucumán y Tarija (hoy Bolivia). Además, propició la creación de escuelas industriales y fue uno de los primeros en sostener que había que brindar una educación más completa a las mujeres.
El ocaso militar de Belgrano comenzó con los reveses de Vilcapugio (1/10/1813) y Ayohuma (14/11/1813). Entregó la comandancia del ejército a José de San Martín y terminó arrestado en Luján, mientras en Buenos Aires lo juzgaban por esas derrotas. Fue absuelto. Viajó a Londres con Bernardino Rivadavia en misión diplomática, regresó en 1816 y pretendió transmitir su entusiasmo por el sistema monárquico a los diputados reunidos en Tucumán. Fracasó en el intento. Reasumió el mando del diezmado ejército del Alto Perú que ya ocupaba un lugar secundario, frente al despliegue del sanmartiniano de los Andes.
Según Bartolomé Mitre, “su fisonomía era bella y simpática. Su cabeza era grande y bien modelada. La nariz era prominente, fina y ligeramente aguileña. La boca, amable y discreta. Era escaso de barba, no usaba bigote y llevaba la patilla corta, a la inglesa. Belgrano era de una contextura delicada”. El creador de la bandera era rubio, medía poco menos de 1.80 cm. y su piel era rosada. Para sus soldados era “el Alemán” (por ser rubio, vestirse “a la europea” y hablar perfecto inglés). También lo llamaron “Cotorrita” (por usar chaqueta verde, caminar con pasos apresurados y por su voz aflautada). Las enfermedades comenzaron a castigarlo sin tregua a partir de 1817.
Llegó a Buenos Aires a comienzos de junio de 1820, muy enfermo, muy dolorido y muy olvidado. Cargando con la sífilis de su juventud, una cirrosis torturante y un cáncer hepático. El general Belgrano murió el 20 de junio a las siete de la mañana. Ese día los porteños estaban enfrascados en cuestiones políticas: se alternaron tres gobiernos en aquel anárquico día de renuncias y asunciones.
Al funeral asistieron su familia y un par de amigos, entre ellos el doctor Joseph Redhead, a quien Belgrano le legó su reloj porque no tenía dinero para pagarle los honorarios (es el que vemos en la fotografía; ha sido robado del Museo Histórico Nacional hace algunos años). Ante la imposibilidad de pagar una lápida, uno de sus hermanos cedió el mármol de una cómoda.
De muchos próceres se dice que murieron pobres y no es cierto. Belgrano sí murió pobre.



La Nación

MIEDO - TENGO MIEDO... - GÓTICO

"Juan Moreira"- Leonardo Favio- (parte final)



Sin palabras... Mucho pero mucho tenemos aún que aprender...!!!

Mujer

René Gerónimo Favaloro


René Gerónimo Favaloro (La Plata, Argentina, 12 de julio de 1923 - Buenos Aires, Argentina, 29 de julio de 2000) fue un prestigioso médico cardiocirujano argentino, reconocido mundialmente por ser quien realizó el primer bypass cardiaco en el mundo. Estudió medicina en laUniversidad de La Plata y una vez recibido, previo paso por el Hospital Policlínico, se mudó a la localidad de Jacinto Aráuz para reemplazar temporalmente al médico local, quien tenía problemas de salud. A su vez, leía bibliografía médica actualizada y empezó a tener interés en la cirugía torácica. A fines de la década de 1960 empezó a estudiar una técnica para utilizar la vena safena en la cirugía coronaria. A principios de la década de 1970 fundó la fundación que lleva su nombre.
Se desempeñó en la Conadep, condujo programas de televisión dedicados a la medicina y escribió libros. Durante la crisis del 2000, su fundación tenía una gran deuda económica y le solicitó ayuda al gobierno sin recibir respuesta, lo que lo indujo a suicidarse. El 29 de julio de 2000, después de escribir una carta al Presidente De la Rúa criticando al sistema de salud, se quitó la vida de un disparo al corazón.
Para él la medicina formaba parte de un todo. No se trataba de un hecho aislado. Estaba vinculada a la realidad del medio en que se practicaba.
“El acto médico debe estar rodeado de dignidad, igualdad, piedad, sacrificio, abnegación y renunciamiento”
“Un pueblo sin educación, sin agua, sin luz, es un pueblo sin salud y sin futuro”.“Estoy absolutamente seguro que el cambio de rumbo sólo puede lograrse a través de la enseñanza”
“Siempre he creído que toda realidad futura se eleva sobre cimientos de ideales y utopías. Soñar es tarea fecunda”
“Dejaría de existir si no tuviera por delante desafíos que involucren, sobre todas las cosas, contribuir dentro y fuera de mi profesión al desarrollo ético del hombre”
“Espero que los graduados por sobre todas las cosas, sean buenos seres humanos. Es todo lo que hay que ser en la vida. Tengan decencia, honestidad, que se dediquen al paciente con inteligencia y con pasión”
“En cada acto médico debe estar presente el respeto por el paciente y los conceptos éticos y morales.Entonces la ciencia y la conciencia estarán siempre del mismo lado, del lado de la humanidad.”
Estoy convencido que la única manera de rescatar y preservar a los hijos de las villas miserias es con escuelas hogares.
Qué podemos esperar de semejante promiscuidad que engendra el alcoholismo, el abuso sexual, el incesto, el robo, la riña y el asesinato? De ahí saldrán los re-sentidos sociales y el caldo de cultivo para doctrinas foráneas tan perjudiciales”
“Creo que hemos perdido el derrotero en cuanto a las prioridades en la enseñanza. Nos debería preocupar más la primaria y la secundaria.
En la niñez y en la pubertad es cuando se forma el ciudadano del futuro
Haciendo referencia a una frase de Joaquín V. González: “A mí no me ha derrotado nadie”.Favaloro escribe: ”Yo no puedo decir lo mismo, a mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla”
“No creo en los genios, creo primero en el esfuerzo y dedicación pero dentro de una línea ética”
“Me interesa la formación del hombre, además del profesional, el día que no la siga viviendo así, dejo caer el bisturí y se terminó”
“A los jóvenes les pido, entiendan que lo material es temporario, lo que perdurará para siempre serán los ideales y entre ellos, la gran convocatoria debería ser: educación y desarrollo científico en busca de una sociedad en la que la equidad social sea lo prioritario”
¿ Límites? Eso significa detenerse. Desgraciado el que llegue a conformarse.”
“En estos momentos y a esta edad, terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, de mis maestros y profesores, me resulta extremadamente difícil.No puedo cambiar. Prefiero desaparecer.”



FELIZZ DÍA DE LA PATRIA!!!
FELIZZZ DIA DE LA BANDERA!!!
ARGENTINOS HONESTOS, RESPONSABLES Y JUSTOS
UNIDOS Y DE PIE
HOY
TE NOMBRAMOS
TE DECIMOS GRACIASSS!!!

MANE CASTRO VIDELA

& hijos ...

Gonzalo Matías y Paola Cecilia

PRESENTESSS !!!

Belgrano, la película

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano (Buenos Aires, 3 de junio de 1770 – ibídem, 20 de junio de 1820) fue un intelectual, economista, periodista, político, abogado y militar de las Provincias Unidas del Río de la Plata, actual Argentina. Participó en las Invasiones Inglesas, en la Revolución de Mayo, en la Guerra de Independencia de la Argentina y en las guerras civiles argentinas. Fue el creador de la Bandera de Argentina.
Belgrano fue un destacado representante de la población criolla de Buenos Aires, y uno de los principales impulsores de la emancipación del país que luego se llamaría Argentina, respecto a España. Para ello en un principio promovió las aspiraciones de Carlota Joaquina en la región, aunque sin éxito. Junto a otros patriotas impulsó la destitución del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, lo cual produjo la Revolución de Mayo; Belgrano integró la Primera Junta que dirigió el gobierno desde entonces. Se le encargó la dirección del Ejército del Norte, y aunque fue derrotado por las fuerzas realistas, sentó las bases de la declaración de independencia paraguaya de 1811. En 1812 creó la bandera de Argentina en la actual ciudad de Rosario, y dirigió el éxodo jujeño, tras lo cual se impuso a los españoles en las batallas de Tucumán y Salta. Tuvo gran influencia en el Congreso de Tucumán y propuso la idea de establecer una monarquía constitucional dirigida por un noble Inca, pero no logró apoyo.
La educación fue una de sus principales preocupaciones: para ello elaboró durante su estadía en España un plan de acción con avanzadas ideas sobre la misma.
Belgrano no tenía, como él mismo lo ha dicho, grandes conocimientos militares, pero poseía un juicio recto, una honradez a toda prueba, un patriotismo puro y desinteresado, el más exquisito amor al orden, un entusiasmo decidido por la disciplina y un valor moral que jamás se ha desmentido.
General sin las dotes del genio militar, hombre de estado sin fisonomía acentuada...Sus virtudes fueron la resignación y la esperanza, la honradez del propósito y el trabajo desinteresado.
 
 Trayectoria
La casa de Belgrano (demolida a inicios del siglo XX).

Nacimiento y estudios

Manuel Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770, en la casa paterna, actual Av. Belgrano 430 a metros del Convento de Santo Domingo y fue bautizado en la Catedral de Buenos Aires al día siguiente.[2]
Él era criollo aunque su padre Domenico era de origen italiano,[3] oriundo de Oneglia, en Liguria, y tenía como primer apellido el de Peri, que se castellanizó luego como Pérez, aunque adoptó luego el apellido Belgrano. Era un comerciante autorizado por el rey de España para trasladarse a América. La madre de Belgrano era María Josefa González Casero, nacida en la ciudad de Buenos Aires, de familia procedente de Santiago del Estero.[4] Domingo Belgrano y Peri tuvo un éxito como comerciante que le permitió enviar a sus hijos Francisco y Manuel a estudiar a Europa. Deseaba que se instruyeran en comercio, pero Manuel optó en cambio por estudiar Derecho. Manuel estudió primeramente en el Real Colegio de San Carlos (antecedente del actual Colegio Nacional de Buenos Aires).- Entre 1786 y 1793 estudió Derecho en las universidades españolas de Salamanca y Valladolid, donde se graduó como Bachiller en Leyes, con medalla de oro, a los 18 años de edad en la Cancillería de Valladolid, dedicando especial atención a la economía política. Por tal motivo, en Salamanca fue el primer presidente de la Academia de Práctica Forense y Economía Política.
Manuel Belgrano alcanzó un destacable éxito y prestigio por ese entonces, que le permitió obtener del papa Pío VI una autorización para leer toda clase de literatura prohibida. Dicha concesión se le otorgó "...en la forma más amplia para que pudiese leer todo género de libros condenados aunque fuesen heréticos.",[5] con la única excepción de las obras obscenas. De esta manera tuvo acceso a los libros de Montesquieu, Rousseau y Filangieri; así como imbuirse de las tesis fisiocráticas de Quesnay. También leyó a los escritores españoles de tendencia ilustrada, como Jovellanos y Campomanes.
Más tarde, de regreso en territorio rioplatense, quizás a través de su primo Juan José Castelli, se interesó por el pensamiento de Francisco Suárez, quien declaraba que el poder de los gobiernos deviene de los pueblos.
Siguió los acontecimientos de la Revolución Francesa de 1789, que le influyeron hasta el punto de hacerle adoptar, como a José de San Martín, el ideario liberal de finales del siglo XVIII.
La Revolución francesa era un importante tema de discusión en Europa durante la permanencia de Belgrano.
Belgrano se rodeó de la élite intelectual de España, y por aquel entonces se discutía sobremanera la reciente Revolución francesa. Los cuestionamientos al derecho divino de los reyes, los principios de igualdad ante la ley y de libertad, y la aplicación universal de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, estaban en boca de todos. En esos círculos se consideraba imperioso refundar la nación bajo principios similares, y quienes no estaban de acuerdo eran tachados de tiranos y partidarios de ideas antiguas y desprestigiadas.[5] Años más tarde escribiría en su autobiografía:
Como en la época de 1789 me hallaba en España y la revolución de Francia hiciese también la variación de ideas y particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuere donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido, y aún las mismas sociedades habían acordado en su establecimiento directa o indirectamente.[6]
También se dedicó al estudio de las lenguas vivas, la economía política y el derecho público. Los autores que lo influyeron más profundamente fueron Campomanes, Jovellanos, Adam Smith y Quesnay. Sus principales puntos de interés en las obras de tales autores eran aquellos referidos al bien público y la búsqueda del provecho general.[5] Belgrano pensaba por entonces que la teoría fisiocrática de Quesnay y los postulados de Smith podían aplicarse en forma complementaria en el Río de la Plata.

El Consulado de Comercio

Fue nombrado Secretario "Perpetuo" del Consulado de Comercio de Buenos Aires el 2 de junio del 1794,[7] y pocos meses después regresó a Buenos Aires. Ejerció ese cargo hasta poco antes de la Revolución de Mayo, en 1810. En dicho cargo se ocupaba de la administración de justicia en pleitos mercantiles y fomentar la agricultura, la industria y el comercio. Al no tener libertad para realizar grandes modificaciones en otras áreas de la economía, concentró gran parte de sus esfuerzos en impulsar la educación. En Europa su maestro Campomanes le había enseñado que la auténtica riqueza de los pueblos se hallaba en su inteligencia y que el auténtico fomento de la industria se encontraba en la educación.[8]
Juan José Castelli compartió con su primo Belgrano la labor en el consulado y en el periodismo.
Durante su gestión estuvo casi en permanente conflicto con los vocales del Consulado, todos ellos grandes comerciantes con intereses en el comercio monopólico con Cádiz. Año tras año presentó informes con propuestas influenciadas por el librecambismo que, en general, fueron rechazadas por los vocales. Belgrano sostenía por entonces que "El comerciante debe tener libertad para comprar donde más le acomode, y es natural que lo haga donde se le proporcione el género más barato para poder reportar más utilidad".[8]
De todos modos obtuvo algunos logros importantes, como la fundación de la Escuela de Náutica y la Academia de Geometría y Dibujo. Belgrano, a través del Consulado, también abogó por la creación de la Escuela de Comercio y la de Arquitectura y Perspectiva. Su motivación para fundar la escuela de comercio radicaba en que consideraba que la formación era necesaria para que los comerciantes obraran en función del crecimiento de la patria. Con las escuelas de Dibujo y Náutica se pretenderá fomentar en los jóvenes el ejercicio de una profesión honrosa y lucrativa. Estas últimas funcionaban en un mismo local, contiguo al consulado, de forma que Belgrano pudiese observar e inspeccionar su desenvolvimiento. Estas escuelas operaron durante tres años, y fueron cerradas en 1803 por orden de la Corona española — en particular del ministro Manuel Godoy — que las consideraba un lujo innecesario para una colonia. Belgrano consideró que el impulso educativo "no podía menos que disgustar a los que fundaban su interés en la ignorancia y el abatimiento de sus naturales".
Su iniciativa ayudó a la publicación del primer periódico de Buenos Aires, el Telégrafo Mercantil, dirigido por Francisco Cabello y Mesa, y en el que colaboraban Belgrano y Manuel José de Lavardén. Dejó de aparecer en octubre de 1802, tras tirar unos doscientos números, después de varios problemas con las autoridades coloniales, que veían con malos ojos las tímidas críticas allí deslizadas y el estilo desenfadado de las sátiras y críticas de costumbres.
También colaboró en el Semanario de Agricultura, Comercio e Industria, dirigido por Hipólito Vieytes. Allí explicaba sus ideas económicas: promover la industria para exportar lo superfluo, previa manufacturación; importar materias primas para manufacturarlas; no importar lo que pudiese producir en el país ni mercaderías de lujo; importar solamente mercaderías imprescindibles; reexportar mercaderías extranjeras; y poseer una marina mercante.
Ya por entonces Belgrano se veía afectado por una enfermedad contraída en Europa,[9] que lo obligó a tomar licencias de varios meses en el Consulado, y motivó también que recomendara a la Corte a su primo Juan José Castelli, de principios similares, como posible reemplazante.[10] La oposición de los comerciantes españoles demoró la designación de Castelli hasta 1796.[11]

Las invasiones inglesas

Belgrano fue designado capitán de las milicias urbanas de Buenos Aires en 1797 por el virrey Pedro de Melo. Trabajaba por entonces en el Consulado, y no tenía un interés genuino en desarrollar ninguna carrera militar. En su autobiografía declaró lo siguiente:
Si el virrey Melo me confirió el despacho de capitán de milicias urbanas de la capital, más bien lo recibí para tener un vestido más que ponerme, que para tomar conocimientos en semejante carrera.[6]
El virrey Sobremonte le encargó la formación de una milicia en previsión de algún ataque inglés, pero no tomó el encargo muy en serio. Esto llevó a su primer participación en un conflicto armado, cuando el 25 de junio de 1806 desembarcó una expedición de 1.600 soldados ingleses al mando de William Carr Beresford, lo cual inició las Invasiones Inglesas. Belgrano marchó al Fuerte de Buenos Aires apenas escuchó la alarma general, donde reunió a numerosos hombres para enfrentar la invasión. Sin conocimientos de milicia, marcharon desordenadamente hacia el Riachuelo. Tras un único cañonazo inglés, debió obedecer las indicaciones de su jefe de mando y ordenar la retirada. Más tarde escribiría: "Nunca sentí más haber ignorado hasta los rudimentos de la milicia." Tras tomar la ciudad los ingleses exigieron a todas las autoridades que prestaran juramento de lealtad. El Consulado en pleno accedió a la demanda inglesa, exceptuando a Belgrano que sostuvo que "Queremos al antiguo amo, o a ninguno". Se exilió de Buenos Aires y buscó refugio en la capilla de Mercedes, en la Banda Oriental.[12]
Los ingleses fueron expulsados por una expedición organizada por Santiago de Liniers, aunque se esperaba que éstos intentarían atacar nuevamente la ciudad. Belgrano regresó tras la reconquista y se unió a las fuerzas que organizaba Liniers. Fue nombrado sargento mayor del Regimiento de Patricios, bajo las órdenes de Cornelio Saavedra, y profundizó sus estudios de táctica militar. Tras conflictos con otros oficiales Belgrano renunció al cargo de Sargento Mayor y se puso a las órdenes de Liniers. Durante el combate que tuvo lugar poco después sirvió como ayudante de campo de una de las divisiones del ejército a cargo del coronel Balviani.[13] Tras la exitosa resistencia de Buenos Aires volvió a hacerse cargo del Consulado y dejó nuevamente los estudios militares.[6]

El carlotismo

Belgrano fue el fundador en el Río de la Plata de la corriente llamada carlotismo. Ante la llegada de noticias de que la metrópoli había sido ocupada por el ejército francés y el rey Fernando VII estaba preso en Francia, esperaba poder suplantarlo, al menos para ese Virreinato, por la infanta Carlota Joaquina, hermana del rey depuesto y residente en esa época en Río de Janeiro. También el marqués de Casa Pizarro, Ramón García de León y Pizarro, pensaba que esto sería positivo para el Virreinato del Río de la Plata, dadas las circunstancias de España frente al poder de José Bonaparte.[14] Su idea era ganar más autonomía, y tal vez la independencia, a través de la figura de la Infanta. Mantuvo nutrida correspondencia con ella y unió a su movimiento a muchos destacados independentistas, como Castelli, Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña, Juan José Paso, Miguel Mariano de Villegas e incluso efímeramente a Saavedra.
Pero su teoría chocaba de frente con la realidad: la Infanta era la esposa del regente y príncipe heredero de Portugal, que de esa manera habría extendido sus colonias, absorbiendo el Virreinato del Río de la Plata. Por otro lado, las ideas políticas de Carlota Joaquina eran absolutistas y jamás habría permitido que bajo su corona se instalara ninguna forma de autonomía. El partido carlotista logró tener bastante influencia, pero nunca llegó a poner en peligro el Virreinato del Río de la Plata; a comienzos de 1810, el proyecto carlotista había fracasado, aunque el partido de Belgrano seguía funcionando como centro de conspiraciones independentistas.
Convenció al nuevo virrey, Cisneros, de editar otro periódico, el Correo de Comercio, y con la excusa de discutir sus ediciones, promovía reuniones en que se planeaban las acciones de su grupo político. Su nombre público era la Sociedad Patriótica, Literaria y Económica.
Apoyó la apertura al comercio internacional del puerto de Buenos Aires, que fue ordenada por el virrey Cisneros, en parte presionado por la famosa Representación de los Hacendados, escrita por Mariano Moreno, pero aparentemente basada en las ideas de Belgrano.[15] [16]
En abril de 1810 renunció a su cargo en el Consulado.

La Primera Junta de Gobierno

A principios de mayo de 1810 fue uno de los principales dirigentes de la insurrección que se transformó en la Revolución de Mayo. En ésta su papel fue central, tanto personalmente como en su papel de jefe del carlotismo. Participó en el cabildo abierto del 22 de mayo y votó por el reemplazo del Virrey por una Junta, que fue la propuesta vencedora. El 25 de mayo fue elegido vocal de la Primera Junta de Gobierno, embrión de un gobierno argentino, junto con otros dos carlotistas: Castelli y Paso.
Continuó dirigiendo y editando el Correo de Comercio, en el cual expresó:
Que no se oiga ya que los ricos devoran a los pobres, y que la justicia es sólo para los ricos.
Belgrano era el miembro de la Junta con más experiencia política, y el más relacionado: la mayor parte de los funcionarios nombrados por el nuevo gobierno lo fueron por consejo suyo. Dirigió por un corto período el ex partido carlotista, pero rápidamente el control del grupo — y en cierta medida del gobierno — pasó a Mariano Moreno.

Campaña al Paraguay y actividad en la Banda Oriental

Aunque no era militar profesional, fue nombrado general al mando del ejército libertador del Paraguay. Dice al respecto en su autobiografía:
Me hallaba de vocal de la Junta Provisoria cuando en el mes de agosto de 1810, se determinó mandar una expedición al Paraguay. La Junta puso las miras en mí para mandarme con la expedición auxiliadora, como representante y general en jefe de ella; admití porque no se creyese que repugnaba los riesgos, que sólo quería disfrutar de la Capital, y también porque entreveía una semilla de desunión entre los vocales mismos, que yo no podía atajar, y deseaba hallarme en un servicio activo, sin embargo de que mis conocimientos militares eran muy cortos.
En sus campañas militares llamó la atención su frugalidad y su modo de vida equiparable al de un soldado raso.
Al mando de un escaso y bisoño ejército, en el cual hicieron sus primeras armas los asuncenos José Espínola, Narciso Flores, Félix Bogado y José Machain, aseguró la autoridad del nuevo gobierno en la Mesopotamia argentina, organizando como villas y dándoles una fundación formal a los pueblos preexistentes de Curuzú Cuatiá y Mandisoví (cerca de la actual Federación (Entre Ríos)) como antemurales contra las invasiones brasileñas.
Ya en territorio paraguayo, logró una primera victoria sobre los realistas en la batalla de Campichuelo, pero resultó derrotado por tropas numéricamente muy superiores en la batalla de Paraguarí y en la batalla de Tacuarí. Estas derrotas, en 1811, significaron un revés para el intento de mantener a Paraguay unido a la Argentina, aunque logró influir efectiva y eficazmente en la emancipación de dicho territorio, a tal punto que en 1812 firmó con el nuevo estado un tratado de Confederación, que no pudo concretarse entonces. Es en esa época que redactó los Reglamentos para las provincias de Misiones, cuerpo legislativo que es precedente para la Constitución Nacional argentina.
Ante el agravamiento de la situación de los patriotas en la más estratégica Banda Oriental la Junta porteña obligó a Belgrano a concluir lo más pronto posible la campaña en Paraguay.
Después del fracaso de la expedición, la Junta de Buenos Aires le inició una causa el 6 de junio de 1811, aunque no había un cargo concreto hacia él, sino una "petición del pueblo" para que se hiciesen los "cargos a que hubiese lugar". Se convocó entonces tanto al pueblo de Buenos Aires como a la milicia de la Banda Oriental para que declararan contra el general. Sin embargo, no solo nadie presentó cargos en su contra, sino que los oficiales que habían actuado en la campaña al Paraguay manifestaron en un documento no tener quejas y defendieron su sacrificio patriótico y heroico valor. El tribunal llamó a declarar a algunos militares, quienes manifestaron la conducta de Belgrano fue intachable.
Finalmente, el gobierno resolvió el 9 de agosto de 1811 absolverlo y emitir el veredicto en la Gazeta de Buenos Ayres:[17]
...se declara que el general don Manuel Belgrano se ha conducido en el mando de aquel ejército con un valor, celo y consistencia digno del reconocimiento de la patria...
Mientras tanto, la Junta le encargó que se pusiera al frente del ejército que debía sitiar y rendir Montevideo ciudad que estaba aún bajo el poder de los españoles, llevando como su segundo jefe a José Rondeau. A mediados de abril, Belgrano, nombró a José Gervasio Artigas Segundo Jefe Interno del Ejército de Operaciones de la Banda Oriental, según lo comunicó a la Junta en su oficio datado en Mercedes el 27 de abril de 1811. La Junta Grande, en cambio, designó segundo jefe a Rondeau, quien recién llegó a Mercedes a principios de mayo. De acuerdo con las órdenes que había recibido la Junta, Belgrano nombró a Artigas Comandante Principal de las Milicias Patrióticas .[18] pero Belgrano fue llamado a Buenos Aires por el Primer Triunvirato.
En octubre de 1811 se encontraba nuevamente en Paraguay y el día 12 firmó con el recientemente constituido primer gobierno independiente de dicho territorio un Tratado de Amistad, Auxilio y Comercio para una Confederación.
Posteriormente el Triunvirato lo envió nuevamente a entrevistarse con el nuevo gobernante del Paraguay, Gaspar Rodríguez de Francia, pero éste no le recibió ni contestó sus comunicaciones; ese fue el comienzo del aislamiento absoluto que el Doctor Francia impuso a su país.

La creación de la bandera argentina

Virgen de Caacupé una de las advocaciones a La Virgen que Belgrano tuvo por referencia.
Fue nombrado jefe del regimiento de Patricios en reemplazo de Saavedra, que había sido condenado a destierro. Pero el Regimiento se negó a aceptarlo como su jefe, y se amotinó, en el llamado Motín de las Trenzas, que fue sangrientamente reprimido.[19] Para recomponer la disciplina, fue enviado a Rosario a vigilar el Río Paraná contra avances de los realistas de Montevideo.
Allí, en Rosario a las orillas del Paraná, el 27 de febrero de 1812 enarboló por primera vez la bandera argentina, creada por él con los colores de la escarapela, también obra suya. Lo hizo ante las baterías de artillería que denominó "Libertad" e "Independencia", donde hoy se ubica el Monumento Histórico Nacional a la Bandera. Inicialmente, la bandera era un distintivo para su división del ejército, pero luego la adoptó como un símbolo de independencia. Esta actitud le costó su primer enfrentamiento abierto con el gobierno centralista de Buenos Aires, personificado en la figura del ministro Bernardino Rivadavia, de posturas netamente europeizantes. El Triunvirato reaccionó alarmado: la situación militar podría obligar a declarar una vez más la soberanía del rey de España, de modo que Rivadavia le ordenó destruir la bandera. Sin embargo, Belgrano la guardó y decidió que la impondría después de alguna victoria que levantara los ánimos del ejército y del Triunvirato.
En cuanto a su elección de los colores de la bandera nacional argentina, tradicionalmente se ha dicho que se inspiró en los colores del cielo; esta versión es sin dudas válida aunque no excluyente de otras. Sin embargo, es muy probable que haya elegido los colores de la dinastía borbónica (el azul-celeste y el 'plata' o blanco) como una solución de compromiso: en sus momentos iniciales las Provincias Unidas del Río de la Plata, para evitar el estatus de rebelde declararon que rechazaban la ocupación realista, aunque mantenían aún fidelidad a los Borbones. Por otra parte, Belgrano parece haber sido devoto de la Virgen de Luján, y otras advocaciones de la Virgen (de Chaguaya, de Itatí, del Valle, de Cotoca, y de Caacupé), cuyas vestes tradicionalmente son o han sido albicelestes; en rigor ninguna de las teorías se contradice ya que los colores del cielo representan al manto de la Inmaculada Concepción de La Virgen cuyos colores fueron elegidos por la dinastía borbónica para su presea más importante entonces otorgada: la Orden de Carlos III, de esta presea o condecoración surgió luego durante las Invasiones Inglesas la escarapela y penacho del Regimiento de Patricios.
En el año 1938 por primera vez se celebró el Día de la Bandera en Argentina, eligiéndose el 20 de junio, día de la fecha de su fallecimiento.

Batallas de Tucumán y Salta

El mismo día que hizo flamear esa bandera, en enero de 1812, era nombrado jefe del Ejército del Norte. Debía partir hacia el Alto Perú, a reemplazar a Juan Martín de Pueyrredón y engrosar el ejército con las tropas de su regimiento.
Se hizo cargo del mando en la posta de Yatasto: del ejército derrotado quedaban apenas 1500 hombres, de los cuales 400 internados en el hospital; tampoco había casi piezas de artillería, y no tenía fondos para pagar a los soldados. Instaló su cuartel en Campo Santo, al este de la ciudad de Salta. Se dedicó a disciplinar el ejército y organizó su hospital, la maestranza y el cuerpo de ingenieros. Su seriedad y su espíritu de sacrificio le ganaron la admiración de todos y logró levantar el ánimo de las tropas.
En mayo se trasladó a Jujuy e intentó algunas operaciones en la Quebrada de Humahuaca. Para levantar la moral del ejército, hizo bendecir la bandera por el cura de la iglesia de la ciudad, Juan Ignacio Gorriti, que había sido miembro de la Junta Grande.
Mientras tanto, el ejército de José Manuel de Goyeneche, el vencedor de Huaqui, se demoraba en comenzar operaciones en el sur, retrasado por la desesperada defensa de Cochabamba. Pero a fines de junio comenzó su avance hacia el sur.
En esta situación, Belgrano recibió del Triunvirato la orden de replegarse, sin presentar batalla, hacia Córdoba. Así fue que dirigió el "Éxodo Jujeño": ordenó a toda la población seguirlo, destruyendo todo cuanto pudiera ser útil al enemigo. No pudo hacer cumplir esa misma orden para la ciudad de Salta, dado que el enemigo estaba ya muy cerca.
La Junta establecida en Buenos Aires le ordenó una retirada hasta la ciudad de Córdoba, pero Belgrano, conocedor por experiencia de los territorios, observó que las posibles defensas de Córdoba podrían ser muy fácilmente esquivadas por una ofensiva realista procedente del Alto Perú, e incluso reforzada desde el reocupado Chile (la ciudad de Córdoba aunque está a cerca de las sierras se ubica ya en una llanura escasamente defendible por lo cual, sin presentar batalla a los patriotas los realistas podían avanzar directamente hasta Buenos Aires), lo cual le hizo considerar la petición de resistencia a ultranza hecha por el pueblo en San Miguel de Tucumán.
Fue alcanzado en Las Piedras, donde perdió algunos hombres; pero ordenó un contraataque que resultó exitoso y levantó la decaída moral de su ejército en retirada. Cumpliendo las órdenes, se dirigió hacia Santiago del Estero. Pero los ciudadanos notables de San Miguel de Tucumán, encabezados por Bernabé Aráoz, lo convencieron de desviarse hacia esa ciudad. Allí reunió varios centenares de soldados más y se hizo fuerte en la propia ciudad. Respondió a un altanero ultimátum del general Goyeneche fechado en el "cuartel general del Ejército Grande" con una irónica negativa fechada en el "campamento del Ejército Chico".
El jefe del ejército de vanguardia realista, general Pío Tristán, avanzó hasta las afueras de la ciudad con sus tropas desprevenidas, con la artillería empacada sobre las mulas.
Pero cuando el ejército se presentó en el llamado "Campo de las Carreras", en las afueras de la ciudad, fueron sorpresivamente atacados por el ejército independentista. La batalla de Tucumán (24 de septiembre de 1812) fue increíblemente confusa: cada unidad peleó por su lado, se desató una tormenta de tierra, e incluso el cielo se oscureció por una manga de langostas. Belgrano acampó a cierta distancia, y sólo el llegar la noche supo que había triunfado. Fue la más importante de las victorias de la guerra de la independencia argentina.
Belgrano reorganizó las tropas y avanzó hacia Salta. El 20 de febrero de 1813 se libró la batalla de Salta, en la pampa de Castañares, lindante con la ciudad de Salta, en la que logró un triunfo completo, haciendo inútil la defensa de las tropas de Tristán. Fue la primera vez que la bandera argentina presidió una batalla.
Firmó con Tristán un armisticio, por el cual dejó en libertad a los oficiales realistas, bajo juramento de que nunca volvieran a tomar las armas contra los patriotas. Esta decisión le valió las críticas de los miembros del gobierno porteño y de muchos historiadores actuales. Pero es posible que, si se hubiera portado con más crueldad, como Castelli en 1811, no hubiera podido recibir el apoyo que recibió en el Alto Perú.
Como consecuencia de la batalla de Salta, las provincias altoperuanas de Chuquisaca, Potosí, y más tarde, Cochabamba, se levantaron contra los españoles. Expulsó al obispo de Salta, cuando descubrió que estaba cooperando con los realistas.

Campaña al Alto Perú

En abril de 1813 inició el avance hacia el norte, al territorio de la actual Bolivia. Intentó no empeorar las relaciones con los altoperuanos, que habían quedado mal predispuestos contra los porteños desde las imprudencias de Castelli y Monteagudo, pero hizo ejecutar a los realistas que habían violado el juramento dado en la batalla de Salta y por el que habían sido liberados: les cortó las cabezas y las hizo clavar con un cartel que decía "por perjuros e ingratos".
En junio entraba con su ejército de 2.500 hombres en Potosí, donde reorganizó la administración y nombró gobernadores adictos en casi todo el Alto Perú. Mientras tanto, Goyeneche era reemplazado por Joaquín de la Pezuela, un general, más hábil que aquel, que pronto reunió un ejército de casi 5.000 hombres.
Belgrano se puso en marcha con 3.500 hombres, y contando con el apoyo de las fuerzas indígenas acaudilladas por Cornelio Zelaya, Juan Antonio Álvarez de Arenales, Manuel Asencio Padilla e Ignacio Warnes. Éste último había sido nombrado gobernador de Santa Cruz de la Sierra por Belgrano, y había logrado extender significativamente el territorio liberado.
Enfrentó a Pezuela el 1 de octubre en la batalla de Vilcapugio, donde en un primer momento pareció que podía lograr la victoria. Un sorpresivo contraataque realista logró una victoria total para Pezuela. En ella perdió poco menos de la mitad de sus tropas, casi toda su artillería y su correspondencia. Por ésta, Pezuela supo que Belgrano esperaba refuerzos. Por eso forzó rápidamente una nueva batalla.
En la batalla de Ayohuma, del 14 de noviembre, no atinó a ocultar la disposición de sus tropas, lo que permitió que Pezuela lo atacara con seguridad, cambiando de frente. Fue una completa victoria realista.
Como consecuencia de estas derrotas se retiró a Jujuy, dejando las provincias del Alto Perú en manos del enemigo. Quedaban en esas provincias varios jefes guerrilleros, los más destacados de los cuales fueron Arenales, Warnes y Padilla, que dieron mucho trabajo a su enemigo hasta el regreso del Ejército del Norte, al año siguiente.
Pero no sería bajo el mando de Belgrano: cuestionado por el gobierno de Buenos Aires, en enero dejaba el mando del Ejército del Norte al entonces coronel José de San Martín en el encuentro de La Posta de Yatasto, Salta. Belgrano se puso a órdenes de San Martín como su segundo, pero a los pocos días regresó a Buenos Aires, seriamente enfermo por afecciones contraídas durante sus extensas campañas militares, probablemente paludismo y tripanosomiasis.
Pese a encontrarse con un ejército material y anímicamente diezmado, San Martín reconoció en todo momento la gran labor libertadora desempeñada por Belgrano al frente de las terribles campañas del Alto Perú, profesándole en todo momento un gran respeto y admiración.
Su fracaso en esta campaña ha sido considerado como determinante de la posterior separación entre Argentina y Bolivia. Tal secesión parece deberse sin embargo a causas más profundas, tal como el inexplicable desinterés del gobierno de Buenos Aires, que en una carta fechada el 9 de mayo de 1825 le responde al mariscal Antonio José de Sucre que es volun­tad del Congreso General y Constituyente que las provincias del Alto Perú queden en plena libertad para disponer de su suerte, según crean convenir mejor a sus intereses y a su felicidad.

Diplomacia en Europa

Siguió prestando servicios a la causa argentina en el plano diplomático. Entre 1814 y 1815 viajó, con riesgo para su vida, tanto por estar enfermo como por ser considerado un súbdito rebelde, a Europa para negociar el reconocimiento de la independencia ante las potencias del Viejo Mundo, aunque sin obtener resultados.
Estatua ecuestre, en Plaza de Mayo rinde homenaje a Belgrano desde 1873.
Fue enviado junto con Rivadavia a Londres, para negociar con el gobierno inglés y con el rey de España. No es seguro qué actitud debían tomar respecto de éste, si conseguir la independencia o reconocerlo como monarca constitucional. Rivadavia llevaba instrucciones secretas que Belgrano no conocía: negociar preferentemente con Londres y ofrecer la corona del Reino del Río de la Plata a un príncipe español o inglés. De paso por Río de Janeiro, se entrevistaron con lord Strangford, el embajador inglés. También estaba en esa ciudad Manuel José García, enviado por Alvear para negociar otras opciones; entre ellas, la incorporación a Inglaterra como colonia.
Llegados a Londres, no lograron entrevistarse con el canciller Castlereagh. Temiendo quedar aislados, intentaron coronar al príncipe Francisco de Paula de Borbón, un hermano de Fernando VII, con la colaboración del ex rey Carlos IV. Incluso Belgrano redactó un proyecto de constitución, casi copiada de la inglesa, con su cámara de Nobles, de Comunes, y su nobleza.[20]
Es en ese viaje que observó la feroz hostilidad de casi todos los gobiernos europeos de entonces a los estados republicanos o democráticos. Se trataba de la época de la Santa Alianza en Europa. Esto explica que a su regreso de la misión en Europa, a mediados de 1815 haya propuesto, como San Martín y por idénticos motivos, un gobierno de transición que fuera del tipo monárquico constitucional.
Su propuesta implicaba una monarquía casi nominal que ofrecía el trono a los descendientes de los Incas; muy probablemente según esos proyectos el título correspondería a Juan Bautista Condorcanqui Túpac Amaru, único hermano sobreviviente conocido de Túpac Amaru II,[21] y un gobierno efectivo de tipo parlamentario, con el objeto de lograr el pronto reconocimiento a nivel internacional de la independencia argentina. Esta propuesta fue ridiculizada por sus contemporáneos. Sin embargo, habría obedecido a un inteligente cálculo por parte de Belgrano: la oferta de la corona a los Incas buscaba atraer la adhesión de las poblaciones de las actuales zonas andinas de Bolivia, Perú y Ecuador al movimiento emancipatorio que se gestaba desde Argentina.
Fue, con San Martín y Bernardo de Monteagudo, uno de los principales promotores de la declaración definitiva de la independencia argentina en San Miguel de Tucumán, el 9 de julio de 1816.

La guerra civil

Al llegar a Buenos Aires fue puesto a cargo del ejército de operaciones contra los federales de provincia de Santa Fe, en reemplazo de Juan José Viamonte. Éste estaba sitiando la villa de Rosario. Su segundo era Eustoquio Díaz Vélez, el mismo que había sido su segundo en Tucumán, Salta, Vilcapugio y Ayohuma. Lo envió a exigir rendición a los santafesinos, pero éste -tratando de evitar una guerra civil- acordó el llamado Pacto de Santo Tomé con el gobernador Mariano Vera, en abril de 1816. Por este tratado depuso a Belgrano como jefe del ejército, colocándose él mismo en su lugar. Esta rebelión de Díaz Vélez provocó la caída del director Ignacio Álvarez Thomas. Pocos días más tarde, una comisión porteña integrada - entre otros - por Díaz Vélez firmaría un nuevo tratado con Santa Fe, que terminaría por ser dejado de lado por el nuevo Director, Antonio González Balcarce, y por el Congreso de Tucumán, provocando que el caudillo federal José Artigas y el gobierno de Santa Fe se negaran a enviar diputados de los pueblos del litoral al Congreso que declararía la Independencia Argentina.[22]
En agosto de 1816 se hizo cargo nuevamente del Ejército del Norte; pero no pudo organizar una cuarta expedición al Alto Perú, como era su sueño. Sólo alcanzó a enviar al teniente coronel La Madrid en una campaña menor, en marzo de 1817, hasta las cercanías de Tarija. Pero La Madrid, después de una pequeña victoria, y con apenas 400 hombres, atacó Chuquisaca por sorpresa. Fue derrotado y tuvo que huir por la sierra y la selva, volviendo a Tucumán por el camino de Orán.[23]
También en 1817, por orden del Congreso de Tucumán, envió a sus mejores tropas a aplastar la revolución federal de Santiago del Estero, acaudillada por Juan Francisco Borges, quien fue capturado por Aráoz de La Madrid. Al saber de la prisión de Borges, Belgrano — que originalmente había ordenado su fusilamiento — le indultó; pero Lamadrid ya había fusilado a su rival santiagueño.
Tras esto, Manuel Belgrano pasó dos años acantonado en la rústica fortaleza de La Ciudadela, a un par de kilómetros al sudoeste de la Plaza Mayor de la ciudad de San Miguel de Tucumán, sin recursos para seguir la guerra, y tratando de contrarrestar los posibles contraataques de los españoles y realistas.
Se le ordenó repetidas veces utilizar divisiones del Ejército del Norte contra los federales de Santa Fe. Envió contra ellos al coronel Juan Bautista Bustos, que no logró doblegar la resistencia del caudillo santafesino Estanislao López.[24] Si bien no combatió personalmente a los federales, y continuamente se quejaba al gobierno de la inutilidad de esa guerra, advirtiendo a las autoridades establecidas en Buenos Aires que la población de las provincias estaban descontentas del centralismo:
"Hay mucha equivocación en los conceptos: no existe tal facilidad de concluir esta guerra; si los autores de ella no quieren concluirla, no se acabará jamás... El ejército que mando no puede acabarla, es un imposible. Su único fin debe ser por un avenimiento... o veremos transformarse el país en puros salvajes..."[25]
A mediados de 1819, cuando estaba ya muy enfermo, el general Rondeau, nuevo Director Supremo, ordenó que el Ejército del Norte y el de Los Andes abandonaran la lucha contra los realistas para aplastar las rebeldías provinciales. San Martín sencillamente ignoró la orden, mientras Belgrano obedecía a medias: ordenó a sus tropas iniciar la marcha hacia el sur, pero pidió licencia por enfermedad y delegó el mando en su segundo, Francisco Fernández de la Cruz.
Se instaló en Tucumán, pero a poco de llegar fue sorprendido por un motín en esa provincia, que llevó al gobierno a su viejo conocido Bernabé Aráoz, y terminó con el general en prisión. Su médico particular, el escocés Joseph Redhead - a quien había conocido después de la batalla de Tucumán y que lo había acompañado desde entonces - tuvo que interceder por él para que no fuera encadenado. Fue también él quien preparó su viaje a Buenos Aires.[26]
La provincia de Tucumán negó su obediencia al Directorio. Dos meses más tarde, también el Ejército del Norte se negaría a apoyar al gobierno central contra los federales: al llegar a Santa Fe, el general Bustos dirigió el llamado motín de Arequito, y el Ejército del Norte fue disuelto.[25]

Su muerte

Mausoleo de Manuel Belgrano en el Convento de Santo Domingo.
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Wikisource alberga como Documento histórico el:
Llegó a Buenos Aires en plena "anarquía del año veinte", ya seriamente enfermo de hidropesía. Esta misma enfermedad lo llevó a la muerte, el 20 de junio de 1820.
En el lecho de muerte fue examinado por un médico que lo atendió en su casa, al no poder pagarle por sus servicios, pues en ese momento estaba sumido en la pobreza, quiso darle un reloj como pago, ante la negativa del galeno a cobrarle, Belgrano tomó su mano y puso el reloj dentro de ella, agradeciéndole por sus servicios.
Una de sus últimas frases fueron de esperanza, a pesar de los malos momentos que pasaban tanto él como su patria:
...sólo me consuela el convencimiento en que estoy, de quien siendo nuestra revolución obra de Dios, él es quien la ha de llevar hasta su fin, maniféstándonos que toda nuestra gratitud la debemos convertir a su Divina Majestad y de ningún modo a hombre alguno.
Manuel Belgrano[27]
Murió en la pobreza, a pesar de que su familia había sido una de las más acaudaladas del Río de La Plata antes de que Manuel Belgrano se comprometiera con la causa de la independencia.
El mismo día de su muerte es recordado como "el de los tres gobernadores" pues se desataba una crisis política en el gobierno ejecutivo de la provincia. Esto ayudó a que su fallecimiento fuese casi inadvertido. El único diario que publicó la noticia fue "El Despertador Teofilantrópico", que era redactado por el fraile franciscano Francisco de Paula Castañeda.[28] [29]
Cumpliendo con su última voluntad, su cadáver fue amortajado con el hábito de los dominicos (pues era costumbre entre los terciarios dominicos, de los que formaba parte[30] ) y fue trasladado desde la casa paterna en la que murió (actual avenida Belgrano, nº 430) al Convento de Santo Domingo, recibiendo sepultura en un atrio. El mármol de una cómoda de su casa sirvió de lápida para identificarlo.[31]

Exhumación de sus restos

El 4 de septiembre de 1902, una comisión designada por el presidente de la Nación, Julio Argentino Roca, procedió a exhumar los restos para trasladarlos a la urna que sería depositada en el monumento que se inauguraría en octubre de ese año en el mismo atrio de Santo Domingo. Dicho monumento se construyó por suscripción popular.
Levantada la lápida, se retiraron los huesos que fueron colocados en una bandeja de plata. Entre ellos se encontraron algunos dientes, uno de los cuales fue tomado por el ministro del interior, doctor Joaquín V. González, y otro por el ministro de Guerra, coronel Pablo Ricchieri. Este hecho fue publicado y condenado por los principales diarios porteños y concluyó cuando el prior de Santo Domingo comentó, en cartas al diario La Prensa, que había recibido ambos dientes. El ministro González se había justificado ante el prior diciendo que se había llevado el diente para mostrarlo a sus amigos, y Ricchieri dijo que el lo retiró para presentarlo al señor general Bartolomé Mitre.[32]

Manuel Belgrano y la educación

Manuel Belgrano fue uno de los próceres argentinos que más énfasis puso en impulsar la educación. Durante su estadía en España había elaborado un plan de acción, que en total abarcaba seis puntos. Uno de ellos estaba dedicado a la educación:
Antiguamente se halló en la política la máxima siguiente: ´Es bueno, mantener la gran masa del pueblo en la ignorancia, idea que aunque no fuera indigna del hombre, se opone directamente al verdadero interés del Soberano. (...) Ése es uno de los objetivos más importantes del gobierno. Vasallos dichosos y Soberano poderoso, son los resultados del estado actual de las escuelas públicas, y de la educación lugareña, que después de mil ensayos, se han establecido en varias provincias de Alemania, Suecia, Inglaterra, etc. (...) Por este medio se logran en la gran masa de una nación costumbres sanas.[33]

Memorias ante el Consulado de Comercio

Firma de Manuel Belgrano.
Al regresar de España con una sólida preparación en materia económica, mostró en su accionar la influencia que en él habían ejercido las nuevas ideas.
Ya como Secretario del Consulado, y por una real orden de erección de dicha institución (1794), tenía la obligación de presentar anualmente una memoria al cuerpo relatando las actividades realizadas. Sin embargo, Belgrano las redactó puntualizando más lo que debiera hacerse que relatando lo efectuado. De esta manera alertaba a las autoridades sobre las necesidades de la colonia, adoctrinaba a sus paisanos y no despertaba sospechas de las autoridades.[34]
En la primera memoria consular (1796), proponía la creación de siete tipos de establecimientos educativos, a saber:
En la primera memoria, fundamentó sus propuestas y su relevancia económica de muchas maneras:
Una de las causas a que atribuyo el poco producto de las tierra y el ningún adelantamiento del labrador (...) [es] porque no se mira a la agricultura como un arte que tenga necesidad de estudio, de reflexiones o de reglas. No se crea que es ajeno al ministerio eclesiástico el instruir y comunicar las luces sobre el cultivo de las tierras, artes, comercio, etc., pues el mejor medio de socorrer la mendicidad y miseria es prevenirla y atenderla en su origen. ¿Cómo, pues, la pondremos [a la industria] en este estado [de riqueza]? Con unos buenos principios(...) Los buenos principios los adquirirá el artista en una escuela de dibujo que, sin duda, es el alma de las artes. A estas infelices gentes (por los pobres) que, acostumbradas a vivir en la ociosidad, como llevo expuesto, desde niños, les es muy penoso el trabajo en la edad adulta y [son] o resultan unos salteadores o mendigos; estados seguramente deplorables, que podían cortarse si se les diese auxilio desde la infancia, proporcionándoles una regular educación, que es el principio de donde resultan ya lo bienes ya los males de la sociedad. Uno de los principales medios que deben aceptar a este fin, son las escuelas gratuitas, donde pudiesen los infelices, [es decir, los pobres] mandar a sus hijos sin tener que pagar cosa alguna por su instrucción: allí se les podría dictar buenas máximas e inspirarles amor al trabajo, pues un pueblo donde no reine éste, decae el comercio y toma lugar la miseria; las artes que producen abundancia que las multiplica después en recompensa, decaen; y todo, en una palabra, desaparece, cuando se abandona la industria, porque se cree no es de utilidad alguna. Igualmente se deben poner escuelas gratuitas para las niñas, donde se les enseñase doctrina cristiana, a leer, escribir, coser, bordar, etc., y principalmente, inspirándoles amor al trabajo, para separarlas de la ociosidad. La ciencia del comercio no se reduce a comprar por diez y vender por veinte, sus principios son más dignos. (...) Sea el primero [de los medios de fomento del comercio], una escuela titulada de comercio. Es forzoso se ponga igualmente, como medio de la protección del comercio, una escuela de náutica, sin cuyos principios nadie pudiese ser patrón de lancha en este río. (...) La utilidad y ventaja que proporcionará este establecimiento, aun para los que no quieren seguir la carrera de la navegación, no será bien ponderada jamás, ni yo puedo hacerla ver claramente.[35]
En su memoria de 1797, sobre el cultivo del lino y el cáñamo, también hacía numerosas referencias a la educación. En sí misma, esta memoria puede ser considerada como un manual didáctico sobre agricultura, explicándose con suficiente nivel de detalle como para ser de utilidad práctica para el labrador. Relataba el tipo de terreno apto para el cultivo del cáñamo, cómo debían ser las semillas para que fueran aptas para el cultivo, la forma de sembrarlo, cultivarlo y procesarlo, de modo que fuera directamente utilizable en los telares.
En total, dedicó tres memorias exclusivamente a fomentar la educación técnica:[35]
  • 16 de junio de 1800. "Utilidad, necesidad y medios de erigir un Aula de Comercio en general, donde se enseñe metódicamente y por Maestría, la ciencia del Comercio en todos sus ramos". Hasta la fecha, esta memoria no ha podido ser hallada.
  • 14 de junio de 1802. "Establecimiento de fábricas de curtiembre". Ya hemos visto que en esta memoria la clave estaba en traer de Europa a maestros curtidores, o en enviar seis estudiantes a capacitarse en dicho oficio.
  • 16 de junio de 1806. "Fomento de la Agricultura en Establecimientos de Sociedad y Escuelas de su enseñanza". En esta memoria, que ha llegado a nuestros días, Belgrano hacía una defensa de la enseñanza de las Matemáticas en todos los ramos del saber, mostrando su relación con la del progreso de la maquinarias y ligando el de la agricultura al de éstas.
En su memoria consular de 1802 decía que sin enseñanza no hay adelantamientos y he clamado siempre por la escuela (...) como medios para la prosperidad del Estado, pero sus fondos adictos a una deuda contraída por este comercio en beneficio del erario, no han prestado margen para que pudiese disponer de ellos.[36]

En el Correo de Comercio

En 1809 Belgrano aceptó la creación de un nuevo periódico (auspiciado por el entonces virrey Cisneros), que apareció a fines de enero de 1810 con el nombre de Correo de Comercio de Buenos Aires. Su objetivo principal era popularizar los sanos principios de la economía política y ocuparse de materias científicas y literarias, impulsando a través de esas publicaciones la Revolución, según afirmaría en su autobiografía. También exponía acerca de los beneficios económicos que resultaría de una difusión de la educación. De los siete primeros artículos publicados en el semanario, tres de ellos correspondieron al tema educación, siendo éstos los más extensos. En el primero, titulado "Educación" expresaba:
No es fácil corresponder en que ha podido consistir, ni en que consista el fundamento más sólido, la base, digámoslo así, y el origen verdadero de la felicidad pública, cual es la educación, se halla en un estado tan miserable, que aun en las mismas capitales se resienten a su falta. (...) A la falta de estos establecimientos debemos atribuir los horrores que observamos.[37]
Llegaba a ligar el amor al trabajo y las virtudes básicas de todo ciudadano con la educación primaria. Según su pensamiento, ninguna sociedad podía progresar si sus habitantes no tenían aprecio por el trabajo y esfuerzo y eran virtuosos:
¿Cómo, cómo se quiere que los hombres tengan amor al trabajo, que las costumbres sean arregladas, que haya copia de ciudadanos honrados, que las virtudes ahuyenten los vicios y que el gobierno reciba el fruto de sus cuidados, si no hay enseñanza, y si la ignorancia va pasando de generación en generación con mayores y más grandes aumentos?[37]
Más adelante, en el mismo Correo de Comercio, volvía a insistir en la formación de valores:
¿Quién le ha dicho que esas virtudes son la justicia, la verdad, la buena fe, la decencia, la beneficencia, el espíritu, y que estas cualidades son tan necesarias al hombre como la razón de la que preceden. Ruboricémosnos, pero digámoslo: nadie. (...) Nuestros lectores tal vez se fastidiarán con que le hablemos tanto de escuelas; pero que se convenzan de que existen en un país nuevo que necesita echar los fundamentos de su prosperidad perpetua y que aquellos para ser sólidos y permanentes es preciso que se compongan de las virtudes morales y sociales, que sólo pueden imprimirse bien, presentando a la juventud buenos ejemplos.[37]
Otorgaba a la educación primaria más importancia que a la universitaria, fundamentando su afirmación de la siguiente manera:
Séanos lícito aventurar la proposición de que es más necesaria la atención de todas las autoridades, de todos los magistrado, y de todos los ciudadanos para los establecimientos de la enseñanza de niñas, que para fundar una Universidad. (...) Con la Universidad, habría aprendido algo de verdad nuestra juventud en medio de la jerga escolástica, y se habría aumentado el número de nuestros doctores, pero ¿equivale esto a lo que importa la enseñanza de las que mañana han de ser madres? (...) Es indudable que no, y para prueba, no hay más que trasladarse a donde hay Universidades, y no hay quién enseñe al bello sexo.[37]
Debido a la importancia que asignaba a la educación es que se ocupaba que ésta fuese impartida del modo que él consideraba el más adecuado y eficiente. Limitaba los castigos corporales, que representaban un hábito muy arraigado en la sociedad. Eliminaba, en gran medida, la humillación pública del alumno incorregible, por considerar que era contraproducente e innecesaria.
Se ocupaba también de señalar cómo debía ser la selección de los maestros, y de describir cuáles debían ser sus características principales. Los alumnos sólo tenían una oportunidad de recibir educación, y ésta debía ser la mejor disponible. La opinión de Belgrano al respecto era contundente, tanto cuando se refiere a la educación primaria como a la técnica o terciaria:
En relación a la educación primaria opinaba que "Si por desgracia una sola de éstas [, las maestras,] hay que sea de malas costumbres, ¿es dable hacer el cálculo de los males que pueden resultar a la sociedad? Porque desengañémosnos, el ejemplo... Si, el ejemplo es el maestro más sabio para la formación de las buenas costumbres."[37]
Mientrás que En relación a la educación terciaria o técnica decía que "Una especulación mal hecha puede traer consecuencias muy funestas al comercio de una provincia y de toda una nación. (...) ¡Qué de perjuicios para un país agricultor y comerciante! ¿Y qué modo de prevenirlos? La extensión de conocimientos, (...) que ni el labrador ni el comerciante ni el artista ignoren lo que les corresponde..."[35]
En su primera memoria alertaba a sus oyentes sobre el tema de la elección de los maestros, cuando decía que "debía confiarse el cuidado de las escuelas gratuitas a aquellos hombres y mujeres que, por oposición, hubiesen mostrado su habilidad y cuya conducta fuese de público y notorio irreprensible".

Las Escuelas de la Patria y los maestros

Por sus victorias de Tucumán y Salta, la Asamblea de 1813 le otorgó como premio 40 mil pesos fuertes (equivalentes a casi 80 kilos de oro).[38] Belgrano respondió que prefería ser un buen hijo de la patria más que un padre de la misma, y expresó que el dinero de tal premio fuera dedicado para la construcción de escuelas públicas estatales y gratuitas en las ciudades de Tarija (en la actual Bolivia), Jujuy, San Miguel de Tucumán y Santiago del Estero.[nota 1]
En el texto de su donación proponía el mecanismo de elección de los maestros, que debía estar basado en el mérito. Por ejemplo, en cuanto a la educación primaria escribió que la provisión de escuelas se hará por oposición, y pasaba a establecer con minuciosidad el procedimiento que la regularía. En el artículo siguiente, el cuarto, establece Cada tres años podrá el ayuntamiento abrir nueva oposición, y convocar opositores si lo tuviese por convencimiento o hubiese proporción de mejorar el Maestro. El que ha servido o desempeñado la Escuela en igualdad de mérito y circunstancias deberá ser preferido.[39]
Ya en el Reglamento de la Escuela de Náutica, en relación a la educación terciaria o técnica, describía en detalle un mecanismo de oposición particular designado para elegir directores:
El mecanismo de oposición consiste en la presentación de credenciales, informes sobre sus conductas pasadas, el rendir un examen y preparar un discurso a las 24 h de presentado un tema, el responder en el momento a las preguntas que cualquier miembro de la Junta desease formularle, el de labrar nuevos planos y de enseñar dicha metodología a sus discípulos, entre otros requerimientos.
El privilegio del maestro en actividad era el de conservar su puesto siempre y cuando sus aptitudes para el cargo no fueran superadas por otro maestro. La importancia que se daba a los educadores puede verse en el artículo octavo del reglamento de las escuelas donadas en 1813, en el que indicaba que se le debería dar asiento al maestro en cuerpo de Cabildo, reputándosele como Padre de la Patria.[40]
En el artículo 18 del mismo reglamento se mencionaban cuáles debían ser los caracteres del maestro, que amplían la lista que ya habíamos expuesto anteriormente:
El maestro procurará con su conducta, y en todas sus expresiones y modos, inspirar a sus alumnos amor al orden, respeto a la Religión, consideración y dulzura en el trato, sentimientos de honor, amor a la virtud, y a otras ciencias, horror al vicio, inclinación al trabajo, desapego del interés, desprecio de todo lo que diga a profusión y lujo en el comer, vestir y demás necesidades de la vida, y un espíritu nacional que les haga preferir el bien público al privado, y estimar en más la calidad de Americano que la de Extranjero.[41]
Si se refirió en numerosas oportunidades a estas virtudes, sin duda era porque lo consideraba importante. Insistía Belgrano en los valores en numerosos ocasiones:
Basta con que los maestros sean virtuosos y puedan con su ejemplo dar lecciones prácticas a la niñez y juventud y dirigirlos por el camino de la Santa Religión y del honor y pudiendo enseñar a leer bien, poco importa que su forma de letra no sea de lo mejor; suficiente con que se pueda entender.[42]
Porque desengañémosnos, el ejemplo... Si, el ejemplo es el maestro más sabio para la formación de las buenas costumbres. Nada valen teorías, en vano las maestras explicarán y harán comprender a sus discípulas lo que es justicia, verdad, buena fe, etc., y todas las virtudes, si en la práctica las desmiente, ésta arrollará todo lo bueno, y será la conducta en los días ulteriores de la depravación.[43]
Buscó elevar la condición del maestro mediante el pago de sueldos dignos. Para asegurar la financiación de la educación, propuso siempre la creación de fondos, para que los institutos tuviesen asegurados su financiamiento a perpetuidad.
Belgrano exponía que el progreso económico depende del conocimiento técnico y de los valores de la sociedad. Haciendo referencia a los males que traería el que los habitantes no estaban suficientemente capacitados, preguntaba: "¿Qué modo de prevenirlos? La extensión de conocimientos, la ilustración general, el que las luces se difundan por todos, que todos se instruyan, que adquieran ideas, que ni el labrador ni el comerciante ni el artista ignoren lo que les corresponde, que unos y otros procuren no apegarse tan íntimamente a los pensamientos de sus antepasados, los cuales sólo deben adoptarse cuando convienen y cuando no, desecharlos y abandonarlos: que lo fue útil en otro tiempo, hoy es perjudicial; las costumbres varían; los usos igualmente; y todo, de tiempo en tiempo, cambia, sin que en esto haya más misterio, que el de la vicisitud de las cosas humanas."

Vida personal y descendencia

Parejas y descendientes de Manuel Belgrano

Belgrano inició una intensa relación amorosa con María Josefa Ezcurra, cuñada de Juan Manuel de Rosas, en algún momento entre su llegada a Buenos Aires y su partida a Tucumán a organizar el Ejército del Norte. No obstante, es posible que se conocieran desde antes.[44] Ella en realidad se había casado años antes con su primo, el navarro Juan Esteban de Ezcurra, quien después de nueve años de matrimonio, sin hijos, y disconforme con la Revolución de Mayo, se exilió en su patria, negándose María a acompañarlo. Aunque nunca la volvió a ver, Juan Esteban la nombró su heredera.
María Josefa acompañó al Ejército en la campaña del Norte. Durante la misma concibió un hijo, que nacería el 30 de julio de 1813 en la estancia de unos amigos en Santa Fe, siendo bautizado con el nombre de Pedro Pablo. Fue anotado como huérfano en la Catedral de Santa Fe y se ignora si el niño conoció a su padre, pues lo adoptó inmediatamente su tía materna, Encarnación Ezcurra, a la sazón recién casada con Juan Manuel de Rosas; se lo iba a conocer como Pedro Rosas y Belgrano, y llegó al grado de coronel. Tuvo una complicada actuación pública en la década de 1850.
En 1812, después de su victoria en Tucumán, Belgrano conoció a la joven María Dolores Helguero y Liendo, a quien prometió matrimonio. Pero la prometida unión nunca llegó a concretarse, pues cuando Belgrano regresó de sus campañas, la joven había sido dada en matrimonio a otro hombre. Se sabe que se volvieron a ver durante el Congreso de Tucumán, cuando ella aún estaba casada, y que años más tarde tuvieron como fruto de su relación a Manuela Mónica Belgrano, nacida el 4 de mayo de 1819. La niña vivió con su madre hasta 1825, cuando la hermana de su padre, Juana Belgrano de Chas, la llevó a Buenos Aires. Mónica y su medio hermano se conocieron en 1834, después de que Rosas cumpliera con el pedido de Belgrano de revelarle a Pedro su verdadera filiación cuando fuera mayor de edad. Mónica se casó en 1853 con un pariente distante, Manuel Vega Belgrano.
Otra amante conocida de Belgrano fue una francesa que se hacía llamar mademoiselle (señorita) Pichegru, a quien conoció durante su misión diplomática en Londres. La relación fue corta y terminó cuando él retornó a Buenos Aires. Pichegru, que según los relatos de la época era una mujer aventurera que vestía provocativamente, fue a visitarlo a Buenos Aires en 1817, pero debido a que él se encontraba en el Congreso de Tucumán, se volvió a Europa sin poder verlo.

Árbol genealógico

Sus padres se casaron el 4 de noviembre de 1757 en la Iglesia de la Merced. La madre era porteña, (aunque el padre y los hermanos menores que ella eran de Santiago del Estero) y tenía 27 años cuando nació Manuel, en su sexto parto. Falleció en agosto de 1799. El padre era genovés y falleció en septiembre de 1795.[29]

Por el linaje paterno

Pompeyo Belgrano (casado con Marina Belgrano)
Agustín Belgrano y Belgrano
Carlos Matías Belgrano y Belgrano (casado con Juana del Giúdice)
María Virginia Belgrano y Melgrano
Rogelio Belgrano del Giúdice
Francisco Belgrano del Giúdice (casado con Ana Bianchi)
Tomás
Carlos Félix Belgrano Bianchi (casado con María Josefina Berio)
Juan Bautista Belgrano Berio
Carlos Nicolás Félix Belgrano Berio (casado con María Gentile Peri Tiragalo)
Francisco Belgrano Berio
Juan Agustín María Belgrano Peri
Domingo Francisco Cayetano Belgrano Peri (Padre)
Nicolás Ambrosio Belgrano Peri

Por linaje materno

José de Islas
José Baltasar de Islas
Lucía de Islas y Alba
Juan de Islas
Juana de Islas
Gregoria González Islas
Juan José González Islas (casado con María Inés Casero Ramírez)
José González Islas
María Josefa González Islas y Casero (Madre)

Aspecto físico

Las versiones sobre su aspecto difieren. Para Bartolomé Mitre era "de regular estatura, cabello rubio y sedoso, ojos grandes de color azul sombrío, tez muy blanca y algo sonrojada; y cabeza grande y bien modelada". Pero quienes lo describieron a la edad de 18 años decían que tenía ojos castaños y pelo rojo". Y un cronista inglés lo describió como rubio.[29]
Dicen que no usaba bigote y tenía escasa barba, nariz fina y ligeramente aguileña y contextura delicada. Era elegante, aseado y de porte esmerado.[29]

Homenajes

Manuel Belgrano aparece en un importante número de billetes de la historia numismática de Argentina. Su primera aparición en billetes fue en los Pesos Ley 18.188, en los billetes de uno, cinco y diez pesos. En el Peso argentino se le reservó el billete de 10.000. Para los billetes del Austral se eligió a un conjunto de próceres que no incluía a Belgrano, aunque los billetes de 10.000 pesos argentinos fueron resellados para circular como billetes de 10 australes. El Peso convertible incluye a Belgrano en los billetes de 10 pesos, las series de 1997 y 2002 sólo modificaron detalles menores.
Además el cineasta Sebastián Pivoto filmó una película producida por Juan José Campanella como parte de la celebración del Bicentenario de Argentina. El papel de Belgrano lo interpreta Pablo Rago, la actriz Valeria Betuccelli interpreta a Josefa Ezcurra. Se basa en los diez últimos años de vida de Belgrano[45]


Predecesor:
Juan Martín de Pueyrredón
General en Jefe del Ejército del Norte
1812-1814
Sucesor:
José de San Martín
Predecesor:
José Rondeau
General en Jefe del Ejército del Norte
1816-1819
Sucesor:
Francisco Fernández de la Cruz

Véase también

Referencias

  1. Sarmiento, Domingo Faustino: Obras de. Ed. imp. "Mariano Moreno", Bs. As. 1899, t XXI, pp 340 a 349.
  2. Ovidio Giménez, Ovidio. Vida, época y obra de Manuel Belgrano. Ed. El Ateneo, Bs. As., 1993.
  3. 4 de junio de 1770. Libro parroquial de bautismos de la Iglesia Catedral de Buenos Aires, página 43.
  4. Genealogía de Manuel Belgrano, en la página del Instituto Nacional Belgraniano. Consultado el 10 de agosto de 2010.
  5. a b c [[Félix Luna |Luna, Félix]] (Julio de 2004). «Una educación ilustrada» (en español). Grandes protagonistas de la historia argentina: Manuel Belgrano (1º edición). Buenos Aires: La Nación. pp. 10-14. ISBN 950-49-1247-8.
  6. a b c Belgrano, Manuel, Autobiografía, pág. 23, Carlos Pérez Editor, Bs. As., 1968.
  7. En su honor, se estableció ese día como el Día del Economista
  8. a b Luna, Félix (Julio de 2004). «"El comerciante debe tener libertad..."» (en español). Grandes protagonistas de la historia argentina: Manuel Belgrano (1º edición). Buenos Aires: La Nación. pp. 19-20. ISBN 950-49-1247-8.
  9. El certificado firmado por el protomédico Miguel O'Gorman y los licenciados Miguel García y José Ignacio de Aroche, de fecha 17 de noviembre de 1796, dice que «padecía de varias dolencias contraídas por un vicio sifilítico y complicadas con otras originadas del influjo del país, cuya reunión ha sido causa de no poder conseguir alivios con el método más arreglado» y recomiendan «mudar de país a otro más adecuado y análogo a su naturaleza». En Instituto Belgraniano Central (1982). Documentos para la historia del general don Manuel Belgrano. Volumen 1. Buenos Aires. p. 145.
  10. Luna, Félix (Julio de 2004). «El contrabando, una singular forma de comercio en las colonias» (en español). Grandes protagonistas de la historia argentina: Manuel Belgrano (1º edición). Buenos Aires: La Nación. pp. 20-23. ISBN 950-49-1247-8.
  11. Luna, Félix (Marzo de 2001). «Un vecino prestigioso» (en español). Grandes protagonistas de la historia argentina: Juan José Castelli. Buenos Aires: Editorial Planeta. pp. 16-19. ISBN 950-49-0656-7.
  12. Roberts, Carlos, Las invasiones inglesas, Ed. Emecé, Bs. As., 1999.
  13. Luna, Félix (Julio de 2004). «Las milicias criollas» (en español). Grandes protagonistas de la historia argentina: Manuel Belgrano (1º edición). Buenos Aires: La Nación. pp. 33-35. ISBN 950-49-1247-8.
  14. Escobar Doncel, Carlos, Heraldista Investigador, “Los García de León y Pizarro en América”, Ed. Ltda, 1980.
  15. Molinari, Diego Luis (1939) (en español). La representación de los hacendados de Mariano Moreno; su ninguna influencia en la vida económica del país y en los sucesos de Mayo de 1810 (2da. edición). Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas. pp. 464.
  16. Scenna, Miguel Ángel (1984). «VI, El virrey Cisneros». Las brevas maduras. Memorial de la Patria, tomo I. Buenos Aires: La Bastilla. pp. 252. ISBN 950-008-021-4.
  17. Basado en el recuadro El proceso a Belgrano, en Crónica Histórica Argentina, Tomo I, pág. 253, (1968) Ed. CODEX.
  18. El cambio obedeció a derivaciones del movimiento del 5 y 6, ocurrido en Buenos Aires, y Belgrano estuvo a punto de “obedecer pero no cumplir” la orden. Facundo Acre, en “Antecedentes”, citados, señala que ya había logrado reunir un ejército de más de 3.000 hombres y concebido un plan de acción por el que Manuel Artigas operaría en el Norte, José Gervasio Artigas, con 500 hombres, en el Centro, y Venancio Benavídez, con 800 hombres atacaría la Colonia del Sacramento. Agrega que logró superar algunas disensiones entre los caudillos orientales y entre estos y algunos jefes porteños. Belgrano, con su buena fe, trató de inducir a Vigodet, y Michelena a que abandonaran “el partido inicuo de la guerra civil en que tan infelizmente los ha envuelto un hombre sin autoridad, sin representación legitima y que seria eternamente objeto de execración”, como dice refiriéndose a Elío, en su oficio del 27 de abril, dirigido a Vidoget. Ver: Archivo Artigas, Tomo IV, pag. 334 [1]
  19. Bra, Gerardo, El Motín de las Trenzas, Revista Todo es Historia, nro. 187.
  20. López Rosas, José R., Entre la monarquía y la república. Memorial de la Patria, tomo III, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1981.
  21. Juan Bautista Condorcanqui se había logrado refugiar en territorio argentino. Sus restos descansan en el cementerio de La Recoleta.
  22. José Rafael López Rosas, Entre la monarquía y la república, Memorial de la Patria, tomo III, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1981, págs. 91-94.
  23. Aráoz de Lamadrid, Gregorio, Memorias, Bs. As., 1895.
  24. Núñez, M., Bustos, el caudillo olvidado, Cuadernos de revista Crisis, Bs. As., 1975.
  25. a b Serrano, Mario A., Arequito: ¿por qué se sublevó el Ejército del Norte? , Ed. Círculo Militar, Bs. As., 1996.
  26. Páez de la Torre, Carlos (h), Historia de Tucumán, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1987.
  27. Memorias de Belgrano EUDEBA. Citado en "Historias de amor de la Historia Argentina", de Lucía Gálvez.
  28. Scenna, Miguel Ángel, Un fraile de combate: Francisco de Paula Castañeda, Revista Todo es Historia, nro. 121.
  29. a b c d Karina Bonifatti (2010). Madres de Próceres, partos que hicieron historia. Ediciones B. ISBN 978-987-627-186-8.
  30. Listado de varios terciarios dominicos
  31. "Las mil y una curiosidades de Buenos Aires", de Diego M. Zigiotto, pág 238-239, ed. Norma, marzo de 2008
  32. Crónica Argentina, (1968) T. II p 254, ed Codex.
  33. Documentos para la Historia de Manuel Belgrano, tomo I. El texto no es autógrafo de Belgrano, sino que se encuentra en su Plan de Acción presentado previo a asumir como Secretario del Consulado.
  34. Manuel Belgrano (1993), pág 162, Ovidio Jiménez, editorial Ateneo
  35. a b c Memoria consular, 1796, en Documentos para la Historia de Manuel Belgrano, tomo II
  36. La deuda (o real donativo) se refiere a la contraída por el Consulado para donar el capital a la Corona.
  37. a b c d e Belgrano, Manuel: Correo de Comercio, 17 de marzo de 1810. En Escritos Económicos, Biblioteca del Oficial. Ed. Círculo Militar, 1963
  38. La "Escuela de la Patria", historia de un papelón que cumple 190 años Diario Clarín 24/01/2003
  39. Mandelli, Huberto: Las escuelas donadas por Belgrano y su reglamento, INB, Bs. As. 1999, pp. 57-58.
  40. Mandelli, Huberto: Las escuelas donadas por Belgrano y su reglamento, INB, Bs. As. 1999, p. 50.
  41. Mandelli, Huberto: Las escuelas donadas por Belgrano y su reglamento, INB, Bs. As. 1999, pp 60-61.
  42. Belgrano, Manuel: Correo de Comercio, 24 de marzo de 1810. En Escritos Económicos, Biblioteca del Oficial. Ed. Círculo Militar, 1963.
  43. Belgrano, Manuel: Correo de Comercio, 21 de julio de 1810. En Escritos Económicos, Biblioteca del Oficial. Ed. Círculo Militar, 1963
  44. Gálvez, Lucía: Historias de amor de la historia argentina (1999) (ver detalle en bibliografía)
  45. http://belgranopelicula.com.ar Sitio Oficial de la película

Notas

  1. Construida con fondos propios, la escuela santiagueña se construyó en 1822, pero funcionó sólo cuatro años. La de Tarija se levantó en 1974, la de Tucumán en 1998 y la de Jujuy en 2004. (Después de 191 años, cumplen en Jujuy un legado de Belgrano, Diario La Nación, 7 de julio de 2004)

Bibliografía

  • Gálvez, Lucía (1999). Historias de amor de la historia argentina. Grupo editorial Norma. ISBN 987-9334-08-6.
  • Best, Félix: “Historia de las Guerras Argentinas“, Ed. Peuser, Bs. As., 1980.
  • Bidondo, Emilio, La guerra de la independencia en el Alto Perú, Ed. Círculo Militar, Bs. As., 1979.
  • Camogli, Pablo, Batallas por la libertad, Ed. Aguilar, Bs. As., 2005.
  • Horowicz, Alejandro, El país que estalló, Ed. Sudamericana, Bs. As., 2004.
  • López Rosas, José R., Entre la monarquía y la república. Memorial de la Patria, tomo III, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1981.
  • Mitre, Bartolomé, Historia de Belgrano y de la independencia argentina. Ed. Estrada, Bs. As., 1947.
  • Núñez, M., Bustos, el caudillo olvidado, Cuadernos de revista Crisis, Bs. As., 1975.
  • O’Donell, Pacho, El grito sagrado, Ed. Sudamericana, Bs. As., 1997.
  • Paz, José María, Memorias póstumas. Ed. Emecé, Bs. As., 2000.
  • Pezuela, Joaquín, Memoria de gobierno, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1947.
  • Ruiz Moreno, Isidoro J., Campañas militares argentinas, Tomo I, Ed. Emecé, Bs. As., 2004.
  • Saavedra, Cornelio, Memoria autógrafa, Ed. Emecé, 1944.
  • Scenna, Miguel Ángel, Las brevas maduras. Memorial de la Patria, tomo I, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1984.
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  • Shumway, Nicolás, La invención de la Argentina, Ed. Emecé, Bs. As., 2005.
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Enlaces externos