La ironía es la figura mediante la cual se da a entender lo contrario de lo que se dice. Se origina cuando una situación resulta contradictoria. La intención que generalmente de tener una perspectiva cambia con base en acciones o efectos de la cual se aleja por posibilidades externas. En el lenguaje escrito, la intención irónica se explicita con un signo de exclamación encerrado entre paréntesis, mediante comillas, con un emoticono, etc.; aunque también existe un signo de ironía propiamente dicho (؟), propuesto en el s. XIX por el poeta francés Alcanter de Brahms, que sin embargo no logró extender su uso, hasta el advenimiento de internet, cuando se comienza a usar en chats instantáneos como luterking.
El término griego del que procede ironía, εἰρωνείa (eironeia), significa ironicus». El pícaro o simulador (eiron) finge ignorar aquello que conoce. Sócrates hizo un uso hábil de la ironía para desenmascarar a los sofistas El término sofista, del griego sophía (σοφία), "sabiduría" y sophós (σοφός), "sabio" es el nombre dado en la Grecia clásica, de aquel que hacía profesión de enseñar la sabiduría. Sophós y Sophía en sus orígenes denotaban una especial capacidad para realizar determinadas tareas como se refleja en la Ilíada (XV, 412). se acercaba a ellos como un humilde aprendiz y les interrogaba sobre cuestiones que, en teoría, dominaban. Poco a poco, con sus preguntas hábiles ponía de manifiesto la ignorancia de los presuntos sabios
La ironía es la primera de las fórmulas utilizadas por Sócrates en su método dialéctico. Sócrates comienza siempre sus diálogos psicopedagógicos y propedéuticos desde la posición ficticia que encumbra al interlocutor (en este caso el alumno) como el sabio en la materia para dar a entender la contradicción evidente. El siguiente paso del diálogo sería la mayéutica, esto es ayudar a sacar de dentro de la psique aquello que el interlocutor sabe pero ignora saber. Para ello el método socrático sugiere realizar preguntas sencillas sobre el tema en el que el sujeto (alumno) ha sido nombrado como sabio.
Después, las respuestas que el interlocutor daba a Sócrates eran rebatidas, en especial confutadas con la finalidad de que el alumno descubriera que su "saber" era un conjunto de pre-juicios y las fuera completando y precisando por sí mismo tomando consciencia, en todo lo posible, de lo real.
No se ha de confundir con sacarsmo que es una burla mordaz con la que se pretende dar a entender lo contrario o manifestar desagrado
Ejemplo de ironía socrática, en el diálogo El sofista:
Teodoro. -Como convinimos ayer, Sócrates, aquí estamos cumpliendo nuestra cita puntualmente, y te traemos a este extranjero, natural de Elea, de la secta de Parménides y Zenón, que es un verdadero filósofo.
Sócrates. –Quizá, querido Teodoro, en lugar de un extranjero, me traes algún dios.
Homero refiere que los dioses y, particularmente el que preside a la hospitalidad, han acompañado muchas veces a los mortales justos y virtuosos, para venir entre nosotros a observar nuestras iniquidades y nuestras buenas acciones. ¿Quién sabe si tienes tú por compañero alguno de estos seres superiores, que haya venido para examinar y refutar nuestros débiles razonamientos, en una palabra, una especie de dios de la refutación?
Teodoro.-No, Sócrates; no tengo en tal concepto a este extranjero; es más indulgente que los que tienen por oficio el disputar. Pero, si no creo ver en él un dios, le tengo, por lo menos, por un hombre divino, porque para mí todos los filósofos son hombres divinos.
Aquí, Sócrates sabe perfectamente quién es el huésped, pero a las palabras de Teodoro es un verdadero filósofo, Sócrates diría "vamos a examinarlo", para así ver con quien se habla.
El pensador no se guía por opiniones.
Ironía romana
En los tiempos de la antigua Roma, la ironía era usada en los discursos y conversaciones retóricas públicas, en las cuales las palabras usadas eran opuestas a su significado o intención.
Shakespeare imita la ironía romana en su obra Julio César en el discurso de Marco Antonio: «Amigos, romanos, paisanos, prestadme vuestros oídos, he venido a enterrar a Cesar, no a aplastarlo». Continuamente enfatizando que Bruto y los conspiradores eran «hombres honorables».
El monólogo usa la ironía para glorificar a César, Antonio elige palabras que parecen dar soporte a los asesinos, mientras que su propósito y efectos son incitar a la gente contra ellos.
Ironía trágica (o dramática)
En la tragedia, la llamada «ironía trágica» es un instrumento o recurso para aumentar la intensidad de la situación dramática. La ironía trágica está especialmente presente en los dramas de la Antigua Grecia.
En esta forma de ironía, las palabras y acciones del personaje muestran la situación real, que el espectador observa y es completamente consciente de lo que sucede. Puede tener varias formas, el personaje hablando puede darse cuenta de la ironía de sus palabras mientras que el resto de los personajes puede que no, o él o ella pueden inconscientemente, mientras otros actores comparte el conocimiento con los espectadores, o los espectadores solos se darían cuenta de la ironía.
El rey Edipo de Sófocles da un ejemplo de ironía certera y en toda su extensión.
La ironía llega a la expresión en un comportamiento inapropiado.
Un texto en una escena con amenazas violentas, por ejemplo, puede percibir camaradería por parte de la víctima como incrementan irónicamente hasta convertirse en llamativamente inapropiado.
Cuando no está reconocida, la ironía puede llevar al malentendido. Incluso si una ironía es entendida como tal, a menudo expresa menos claramente lo que el hablante o escritor quiere decir que si lo dijera directamente.
Otro famoso caso de ironía trágica ocurra en la obra de Shakespeare Romeo y Julieta cuando Romeo encuentra a Julieta drogada como si estuviera muerta, él asume que lo está y se suicida. Al ver a su amante muerto yaciendo junto a ella, Julieta se mata con un puñal.
La ironía a menudo requiere una bagaje cultural que debe tenerse en cuenta, y como una forma de hablar de una lengua determinada, la ironía a veces no puede ser perfectamente traducida.
Una excepción con un segundo significado fácil de entender para un estadounidense proveniente del este, puede ser extraña para un canadiense, australiano, o incluso estadounidense del oeste.
Intentar una traducción literal de la expresión irónica a otro idioma a menudo lleva el concepto hacia lo incoherente.
Más allá, el uso de la ironía verbal puede también relacionarse con pautas no literales como el tono de voz o la postura. Toda cultura incorpora su propia manera de metáfora lingüística y expresiones verbales. En tales casos, la traducción requerirá un cuidado extra, y quizás una explicación.
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