Eneatipos
Si bien cada uno de nosotros podemos considerarnos como un cóctel eneagramático o amalgama en el cual poseemos rasgos de todo el espectro del Eneagrama, también es cierto que en cada uno de nosotros hay una piedra angular, tendencia dominante o “piedra de toque” que determina nuestra cosmovisión o estrategia vital, es decir: para cada ser humano sobre el planeta existe un sólo Eneatipo básico, aunque lo exprese de manera muy particular y característica, de acuerdo a su respectiva individualidad.
Nuestro Eneatipo deviene entonces tanto en nuestro talón de Aquiles como en nuestro demonio particular y al mismo tiempo se convierte también en la arcilla a trabajar y en el escultor que la talla.
Las personas con un mismo estilo de personalidad comparten unas estructuras básicas y unos supuestos centrales; estrategias y referencias subyacentes. Sin embargo, cada uno de ellos vivirá y expresará su estilo del Eneagrama de forma única. Aunque aquellos del mismo tipo comparten una pérdida de la misma calidad esencial, cada individuo tiene su propia y única manifestación del tipo.
Este sistema del Eneagrama está diseñado para honrar esta individualidad y reconocer que cada ser humano es único e irrepetible.
Este sistema del Eneagrama está diseñado para honrar esta individualidad y reconocer que cada ser humano es único e irrepetible.
El Eneagrama hace un llamado a evitar el uso de la información con fines de control o de manipulación hacia los demás.
No se trata de ganar poderío u obtener control sobre otros, sino de comprender nuevos puntos de vista, cómo difieren ellos de la forma en que vemos la vida, y las dificultades que ellos experimentan o evitan como resultado de ver el mundo en la forma como lo hacen, es decir: permitirle al otro que me muestre su "verdad", acceder a otras formas de comprender el mundo que me rodea, completarme y verdaderamente poder “ponerme en los zapatos del otro”; además de descubrir la parcialidad de mi “mapa de la realidad”.
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