Quema esos emailsSi sos medio naboleti con la tecnología no te mandés emails con tu amante…
Eso le diría a Santiago Bal, como también se lo dije a mi ex, con el que viví en Miami. Porque ambos cometieron el mismo error, eliminar los emails… pero dejarlos en la papelera.
Y aunque parezca cosa de boludos, no lo es. Se los aseguro. Muchos hombres borran a la mitad su infidelidad. A veces me pregunto si en realidad, en el fondo, muy en su inconsciente, quieren ser descubiertos.
Nunca pensé que algo me uniría a Carmen Barbieri, como nunca pensé que cuando iba a ver la papelera, descubriera una relación amorosa de mi novio con otra mujer. Pero en uno de esos programas de chimentos estuvo contando que le había pasado esto mismo.
Mi historia no es tan mediática, pero entra dentro del mismo rubro: la infidelidad.
Yo había llegado de viaje de España, me había ido por dos meses porque no tenía Visa para vivir en Estados Unidos y tenía que salir cuando se me vencía la turista. Por eso me fui a España. El primer mes mi tortolito me escribía emails todos los días contándome cuánto me extrañaba y que prácticamente no podía vivir sin mí.
Es más, no sólo me enviaba varios emails diarios, sino que me llamaba por teléfono. Yo vivía con mis tíos, y claro las 5 o 6 horas de diferencia hacían que sonara el ring ring cuando todos estábamos durmiendo, bueno todos no.
Yo sabía que me iba a llamar y me quedaba leyendo en la cama, bajaba las escaleras corriendo y hablaba con él. El amor viajaba por el aire, cruzaba el Atlántico y se seguía construyendo palabra por palabra vía coaxil, casi todas las noches me iba a dormir pensando en él.
Eso fue el primer mes. El segundo todo cambio. Como si alguien hubiera tomar el guión de mi vida y hubiera convertido una película romántica en alguna de suspenso, porque sus email eran cada día más secos, más escuetos, más intrigantes. Obvio que yo pensaba que en algo andaba. Pero él que nada, que era la separación injusta y cruel que nos tocaba vivir. Mierda y recontramierda. No era la separación era que había conocido una mujer.
A los dos meses regresé a Miami. Yo volvía sumergida en todos los puntos suspensivos que cabían en mi vida. Todo era muy raro. Sentía el fantasma de otra mujer entre los dos. Porque si hay algo que una mina descubre es eso. Después que lo niegue, o no lo quiera ver, es otra cosa. Pero que lo sabe, lo intuye, lo presiente, no me queda duda. Los tipos cambian mucho cuando andan con otra. Se les nota. Por lo menos a la mayoría se les nota.
Un día él se fue a trabajar, yo me quedaba sola toda la tarde. “Pórtese bien”, me dijo. Ese “portese bien”, fue igual que el “no abrás la puerta” de Barba Azul, ni bien cerré la puerta, me fui directo a la compu, el email quedaba siempre abierto, leí sus emails, nada raro. Luego fui a la papelera. Y ¡voila! Beso a beso me enamoré de ti. Bueno me enamoré de otra, debería decir.
Tal como le paso a Santiago Bal. La verdad que leer cosas eróticas que una mujer le escribe a tu novio, o al revés, es una sensación de la que no se vuelve, entre asco, decepción, una profunda tristeza. Es como cuando hay un accidente y no querés mirar pero terminás mirando. Es así.
Esos emails marcaron el final de mi relación con él. Las estadísticas dicen que el 85% de las separaciones por infidelidad están basadas en descubrimientos hechos a través de los SMS, o los emails. Y yo creo que, seguramente, la mitad de esa cifra es porque alguno que otro tiró su mierda a la basura, pero se olvidó de apretar el botón.
Publicadas por MALiZiA
a la/s 11:23 PM
Fuente: http://vidamalizia.blogspot.com/
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