En lo más profundo, todos sabemos que hay alguien que estamos destinados a Ser.
Y podemos sentir cuándo nos vamos convirtiendo en ese alguien.
Lo contrario también es verdad:
sabemos cuando algo no encaja y no somos la persona que estábamos destinados a ser.
Consciente o inconscientemente, todos buscamos respuestas, intentando aprender las lecciones de la vida.
Andamos a tientas por miedo y culpa.
Vamos en busca de sentido, amor y poder.
Tratamos de comprender el miedo, la pérdida, el tiempo.
Tratamos de descubrir quiénes somos y cómo podemos llegar a ser realmente.
Sin embargo, con demasiada frecuencia los buscamos en el dinero, en la condición social, en el trabajo ’perfecto’, o en otros lugares, sólo para descubrir que estas cosas carecen del sentido que esperábamos encontrar y que incluso nos producen angustia.
Seguir estas pistas falsas sin una comprensión más profunda de su significado nos deja inevitablemente con una sensación de vacío, creyendo que la vida tiene muy poco o ningún sentido, que el amor y la felicidad son tan sólo espejismos.
De modo que ¿Por qué esperar hasta el final para aprender las lecciones que podríamos aprender ahora?
La lección del miedo, la de la culpa, la de la ira, la del perdón, la de la entrega, la del tiempo, la de la paciencia, la del amor, la de las relaciones, la del juego, la de la pérdida, la del poder, la de la autenticidad, y la de la felicidad.
Nos han puesto en la tierra para aprender nuestras propias lecciones.
Nadie puede decirnos cuáles son; descubrirlas forma parte de nuestro viaje personal.
Aprenderemos que no estamos solos sino mutuamente conectados, que el amor nos hace crecer, que nuestras relaciones nos enriquecen.
El amor es realmente lo único que podemos poseer, conservar y llevarnos con nosotros
No hay comentarios:
Publicar un comentario