Es muy frecuente escuchar que se clasifican a las emociones en términos de positivas o negativas, y lo primero que es necesario afirmar es que no existen emociones negativas. Nombrarlas así es una forma de descalificación que perturba nuestra posibilidad de comprenderlas y aprovecharlas.
Podemos hablar de emociones placenteras y dolorosas.
si estoy satisfecho o contento puedo sentir alegría, entusiasmo, gratitud, y si estoy en una situación en la que me siento amenazado puedo sentir, miedo, enojo, celos, envidia, etc. que son emociones claramente desagradables.
Pero es bueno recordar que no son negativas. Son emociones que nos informan con una gran precisión el tipo de problemas que estamos sintiendo y viviendo.
Sería como el tablero del automóvil. Sus luces nos indican la temperatura del motor, la cantidad de aceite o combustible disponible, etc.Cuando alguno de esos elementos se altera se enciende una luz específica y no podemos decir que la luz roja que se encendió es negativa. Lo que podemos decir es que es perturbadora, pero también es necesario reconocer que dicha luz
es la que nos permite identificar el problema e intentar resolverlo.
Definir a una emoción como negativa es tan inadecuado como decir que la luz roja que se encendió es negativa porque perturbó la charla que tenía con mi copiloto."
Lo que sucede es que en general no sabemos que información nos brindan el miedo, el enojo, la envidia, la culpa, etc.
Sólo las padecemos y les atribuimos el ser la causa de nuestro sufrimiento.
Por eso las llamamos negativas.
Eso mismo contribuye a generar el círculo vicioso pues cuánto más la llamo negativa menos comprendo la información que me trae.
Y cómo no sé cual es la información que me da solo siento padecimiento, todo lo que quiero es que desaparezca cuanto antes.
Y la única manera de darme cuenta cual es el mensaje que las emociones dolororas me quieren proporcionar es atravesarlas"
Dr. Norberto Levy
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