Es paradójica la noción del tiempo en los seres humanos.
Corremos tras él, le damos algunas prioridades y a otras las escondemos en el cajón, total ya habrá ocasión para destapar lo pendiente.
Y así nos vamos olvidando, relegamos, dejamos para mañana, pensando que quizá algún día habrá alguna oportunidad.
También es paradójica la concepción y el uso de las palabras. Las usamos todo el tiempo y nos las ponemos como un traje usado y maltrecho. Abusamos de ellas en situaciones absurdas y nos quedamos en silencio en momentos cruciales.
De tanto hablar sin pensar, cuando llegar el momento de elegir ya no sabemos que decir.
El tiempo y las palabras padecen de desencuentro, de una contradicción permanente.
Es hora de que se empiecen a encontrar
¿Hace cuánto no decís lo que realmente querés decir?
Seguramente, la excusa sea que la autenticidad se hace imposible en un mundo en el cual la espontaneidad es prácticamente un suicidio social. Teoría poco comprobable, si nadie se anima a tener una identidad genuina.
No es casual que cuando de vez en cuando escuchamos o vemos a una persona que se animó a perseguir su esperanza, a decir lo que realmente pensaba o a hacer aquello que ninguna excusa pudo evitar, reciba admiración.
Pero, claro, eso es para los valientes, para los que no tienen nada que perder. Pequeñas mentiras que simulan una verdad a gritos: tengo miedo.
Y así pasan los años y nos encontramos usando el tiempo, desaprovechándolo en una cotidianeidad en la que decimos no elegir, que nos elije, que es el destino, que 'es lo que me toca'.
Cosa rara la resignación, nadie parece hacerse cargo de la realidad: 'Yo elijo postergarme.
Yo opto por despreciar las palabras y el tiempo, no digo y no hago'.
Los sueños en sala de espera, aguardando todavía por una mínima posibilidad.
No hay responsabilidad más desafiante y enriquecedora que tomar conciencia que la vida no es de los otros, es uno quien protagoniza su propia historia de vida.
Nadie duda sobre los obstáculos, los fracasos, las discusiones, las peleas, los tropiezos, las fatalidades y los inevitables que conlleva el intentar y llevar adelante los sueños.
El tiempo no es relativo, tiene un límite y ser conscientes de ello es un verdadero incentivo para comenzar a decir y a hacer con la seguridad que no todo saldrá a la perfección, y que en ese hacer se aprende y se triunfa, con las dificultades y aciertos de quien tiene coraje para tener identidad.
Las palabras, el tiempo y los hechos.... tres variables fundamentales para empezar a ser quien queremos ser.
A pleno Recreandome
hasta las manos... !!!
Mané
Mujer Felizzz
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