Vivirlas plenamente es la razón... Vivirlas calmando la sed, el hambre... .Encontrando cobijo... Juntar las manos... y esparcir las estrellas... Recreando todo lo que sí está! Mané Castro Videla
Diosa Mané
sábado, 19 de noviembre de 2011
Manías
El diccionario de la Real Academia Española define manía como "extravagancia, preocupación caprichosa por un tema o cosa determinada". Las manías son ideas fijas; quienes las padecen hacen un culto rutinario a su ejecución precisa e inaplazable.
Necesariamente la persona maniática se vuelve conflictiva.
Para él o ella, los demás seres humanos deben cumplir rígidamente las condiciones que su comportamiento les impone.
Vemos a las personas maniáticas empeñadas en un riguroso ordenamiento de objetos y ambientes, y en una actitud constante de voraz vigilancia sobre los demás.
Cuando alguien actúa en una forma diferente a la que el maniático ha establecido como aceptable o adecuada, este se muestra inconforme y hostil.
Normalmente, como una característica destacada de su personalidad, el maniático se considera a sí mismo una autoridad; por esa razón intenta oprimir a otros exigiéndoles que se ajusten a sus normas y pretensiones. (Si el maniático ocupa una jerarquía superior dentro de la rutina social o laboral, su autoritarismo se desmanda.)
Si el maniático no puede imponer sus condiciones porque quienes le rodean tienen un rango más elevado que el suyo, entonces protesta veladamente, o se manifiesta víctima de sus acciones, o adopta estrategias para convencerlos sobre los valores y conveniencias de su particular estricta elección.
En su extremado celo por preservar sus manías, se torna previsivo y pedagógico y alecciona a los posibles infractores de sus requisitos, advirtiéndoles sobre los riesgos que podrían afrontar si no proceden en la forma que él considera correcta. Les ilustra claramente sobre cómo proceder para evitarle frustraciones y enojos.
La persona maniática adquiere rasgos de inflexibilidad en defensa de sus obsesiones.
Se torna intolerante y recelosa, y tiende a recordar con resentimiento, amargura o expresiones de reproche las acciones de los demás que no se ajustaron a los moldes de sus expectativas.
Sus relaciones se tornan tirantes. Quienes rodean a estas personas adoptan conductas imprevistas: algunas veces, tolerantes como estrategia para una interrelación cordial; otras veces, fingidamente obedientes: ocasionalmente, abiertamente reactivas y de franca oposición cuando las circunstancias parecen caóticas.
Siempre los maniáticos restringen las actividades de quienes comparten sus espacios con ellos.
Traen del pasado una carga de rituales obligatorios en sus mentes. Se niegan sistemáticamente la opción de fluir libre y espontáneamente con su prójimo en relaciones de respeto, solidaridad, comprensión y entendimiento equitativo.
Objetos y creencias parecen volverse tan prioritarias para ellos que responden a las manifestaciones de otras personas con ademanes y expresiones disociadoras y desdeñosas –hasta con actitudes arrogantes y desafiantes cuando su vano ego se desenfrena.
Cada situación que atraviesan y cada manía que repiten altera su desempeño.
Ninguna persona cambia si no ha establecido ese propósito en su mente.
Con el transcurso del tiempo, la infelicidad ensombrece las vidas de los seres humanos que adoptan esta monótona y deplorable tendencia maníaca, y obliga a sus allegados a interactuar cautelosa y prudentemente junto a ellos.
Cuando se vuelven incontrolables y perturbadores, los maniáticos, por su voluntad o por la presión de sus allegados, acuden a una evaluación médica donde inevitablemente son diagnosticados con alguno de los ítems previstos en el capítulo de trastornos afectivos y del comportamiento.
Posiblemente reciban una prescripción de drogas que actúan sobre el cerebro para bajarles el ímpetu y refrenar las manifestaciones desaforadas que sus mentes no lograron resolver con ecuanimidad.
Hugo Betancur M.D.
*Clasificación de trastornos mentales. CIE 10. Criterios de la OMS
(F30-39 Trastornos del afectivos):
Las enfermedades provienen de estados y procesos de la mente en nuestras relaciones con otros y con el entorno de la vida.
Provienen de nuestras creencias e interpretaciones, acciones y comportamientos.
Reflejan nuestras proyecciones y nuestros conflictos por resolver
y también nuestros hábitos expresados en el cuerpo como excesos, carencias o vulnerabilidades.
Tenemos autonomía para dejar persistir las enfermedades -y hasta para volverlas destructivas para el cuerpo físico-, y tenemos autonomía para sanarlas volviendo a la sabiduría de nuestro ser,
la comprensión amorosa que deshace las adversidades y las cargas...
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