He vivido entre los arrabales, pareciendo
un mono, he vivido en la alcantarilla
transportando las heces,
he vivido dos años en el Pueblo de las Moscas
y aprendido a nutrirme de lo que suelto.
Fui una culebra deslizándose
por la ruina del hombre, gritando
aforismos en pie sobre los muertos,
atravesando mares de carne desconocida
con mis logaritmos.
Y sólo pude pensar que de niño me secuestraron para una
alucinante batalla y que mis padres me sedujeron para
ejecutar el sacrilegio, entre ancianos y muertos.
He enseñado a moverse a las larvas
sobre los cuerpos, y a las mujeres a oír
cómo cantan los árboles al crepúsculo, y lloran.
Y los hombres manchaban mi cara con cieno, al hablar,
y decían con los ojos «fuera de la vida», o bien «no hay nada
que pueda ser menos todavía que tu alma», o bien
«cómo te llamas» y «qué oscuro es tu nombre».
He vivido los blancos de la vida,
sus equivocaciones, sus olvidos, su
torpeza incesante y recuerdo su
misterio brutal, y el tentáculo
suyo acariciarme el vientre y las nalgas y los pies
frenéticos de huida.
He vivido su tentación, y he vivido el pecado
del que nadie sabe nunca nos absuelva.
LEOPOLDO MARÍA PANERO
vivimos entre sombras como las arañas tejiendo una red mercantilista para subcionarnos la sangre, somos el andar errarte de una civilización esclava y consumista... El progreso, la ciencia, el vicio y el pecado nos alejan de la vida. No un bien ni un mal solo una herida en corazón de la tierra y todos somos complices de atribuir al desastre. Bien aventurados los pobres ellos guardan entre si los tormentos de la existencia. Hay de los Doctores de la democracia maldita y sus miles de seguidores, solo heredaremos el yogo de la muerte...
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